La diplomacia profesional ante la situación del país

Después de diez años continuados al frente de la Asociación Profesional del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación (Apsen), el embajador Eduardo Mallea dejará esas funciones. Días atrás pronunció el discurso del Día del Diplomático. Unos podrán estar de acuerdo con lo que dijo en su medulosa exposición; otros, menos, y algunos, como el canciller Jorge Faurie, hasta podrán exasperarse por las referencias de Mallea al peso del servicio exterior sobre el erario nacional.En las actuales condiciones económicas y financieras del país, lo verdaderamente incuestionable es que el discurso de Mallea no pudo haber dejado a nadie indiferente, pues logró representar el pensamiento de la generalidad de sus colegas respecto de una política de reducción de gastos en nuestra representación externa, que ha alcanzado a inmuebles que han sido, por relevancia y ubicación, parte de la identidad argentina en el mundo.En su filosa exposición, Mallea dijo que si todo fuera mensurado a través del prisma de nuestras exportaciones, acaso debiéramos cerrar embajadas como la de la Santa Sede. Fue un argumento efectista, pero que no concierne al fondo de la cuestión, sino a la eficiente prudencia, en todo caso, con la cual se hagan los ahorros. Mallea sabe, por lo que se infiere de una parte sustancial de su discurso, que el Estado argentino se encuentra en situación crítica a raíz de años y años de dilapidación de recursos por una burocracia estatal que no ha cesado de crecer y por el déficit, que el país se ha comprometido a superar ante el Fondo Monetario Internacional. O sea: deben realizarse actos quirúrgicos dolorosos.La confesión de que "se está trabajando en un convenio con la Secretaría de Seguridad Social", que implicará aportes adicionales y voluntarios por parte de los funcionarios del servicio exterior, indica que la gravedad de las cuentas públicas es perceptible por quien hablaba en nombre de más de mil colegas. Como señaló Faurie, nuestros diplomáticos no pueden olvidarse de su posición relativamente privilegiada en materia de salarios y condiciones laborales; también, en la condición de jubilados. La contrapartida es la calidad de sus servicios y...

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