Las dimensiones del caso Báez Sosa

En Villa Gesell se selebró una misa, frente al boliche Le Brique, donde hace 3 anios un grupo de rugbiers asesinaron a Fernando Baez Sosa.

El crimen de Fernando conmueve a toda la sociedad porque nos obliga a cada uno a enfrentarnos con muchas cuestiones que hacen a la tragedia humana, no solo por la incomprensión de la violencia, sino porque los avatares del proceso nos han llevado a tomar conciencia de continuas disyuntivas que representan los más crudos dilemas de la realidad ética y moral, como expresión de los valores propios y de la comunidad.

Sentimos con las víctimas la necesidad de dejar atrás los reproches por lo que podrían haber hecho diferente, acompañamos su reclamo de justicia -que incluye esa inexplicable y ciertamente insuficiente sensación de bálsamo mitigador del dolor- sin caer en la venganza -que tarde o temprano se vuelve culpa y de esa forma solo acrecienta el sufrimiento-, vimos transcurrir el proceso judicial que desde hace años, en forma indolente y lenta, los confronta con la catástrofe que los atraviesa, y anhelamos que puedan resignificar el sentido de sus vidas para poder volver a ser ellos mismos, con la certeza de que nunca volverán a ser iguales.

Para los imputados se barajan otro tipo de problemas, que muestran los cortocircuitos a los que todos podemos enfrentarnos en algún momento de la vida, incluso sin cometer delitos, y que se ven todos los días en tribunales: esconder la cara versus darla; negar los hechos o aceptarlos; en este caso, justificarse o arrepentirse; hablar y decir la verdad, mentir descaradamente, ubicarse en la infinita gama de medias verdades (que también son medias mentiras) o acudir al consabido silencio (que invita a la conjetura, pero deja a salvo el peligro de autoincriminarse o de perjudicar a otros).

Para los profesionales del derecho se juegan otras disyuntivas, en apariencia menos graves , en tanto se vinculan solo con su trabajo y pueden en cierta medida reducirse a términos estrictamente técnico-jurídicos, como puede ser el posicionamiento adoptado respecto de una calificación legal (homicidio simple o agravado, preterintencional o en riña, conforme lo que se discute en este caso). Pero no puede obviarse que la labor de los abogados de la querella y la defensa, el fiscal y los jueces consiste, cada uno desde el particular rol que le toca (acusador, defensor y juzgador), en procurar que se dé a cada uno lo suyo; no más, pero tampoco menos. Para ellos el quid de la cuestión...

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