Se dilata el plan para reubicarlos

Nadie considera que los manteros se irán, así porque sí, de un día para el otro. Que renunciarán a las cuantiosas regalías que ofrecen sus puestos ambulantes, como en la avenida Avellaneda. Nadie cree, tampoco, que ahuyentarlos con la policía sea la solución estratégica que termine con tanta ilegalidad. Hace falta más, bastante más todavía: un plan, un lugar donde reubicarlos y un control eficiente con nuevas reglas de juego. Una podría ser que el espacio público sea siempre respetado. Y que nunca se negocie.

Enfrente hay un adversario acostumbrado a salirse con la suya; una red clandestina rica y organizada, con escalafones y cargos para la logística y el reparto de la mercadería ilegal. Redes que involucran a talleres clandestinos, que falsifican marcas, que tienen estrecha relación con algunos policías y que proliferan año tras año.

La Ciudad, hoy al mando de la Federal, tiene más argumentos para marcar...

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