Las dificultades del Gobierno para relanzar la gestión

Alivio, un profundo alivio. Por primera vez desde que asumió, el presidente Alberto Fernández sintió que alejaba la espada de su cabeza. Lo perturbaba intensamente la posibilidad de no acordar la deuda con los bonistas privados. Llegó a pensar en escenarios catastróficos. "¿Cómo hacía para pagar este año 11.000 millones de dólares, cómo hacía? Era tremendo para mi gobierno. ¿De dónde sacaba la plata en este contexto?" Esas preguntas vacías que compartió con sus íntimos revelaron la presión que hasta ahora había buscado disimular. Siempre apostó a evitar el default, probablemente uno los pocos objetivos que mantuvo todo este tiempo sin zigzagueos con el acompañamiento de Cristina Kirchner.Después del anuncio, ordenó evitar la euforia y los relatos épicos. Lo suyo es el tono medio. Javier Grosman, artífice de los festejos del Bicentenario, se debe haber deprimido al ver el videíto casero con los aplausos del gabinete a Martín Guzmán. El Presidente buscó empoderar al ministro de Economía como el artífice del logro y por eso transmitió cierto disgusto con Sergio Massa y Miguel Galuccio por el intento de sumarse a la foto del acuerdo (aunque después auspició el almuerzo en el Palacio de Hacienda que Guzmán y Massa compartieron con Santiago Cafiero, Máximo Kirchner y Wado de Pedro para mostrar sintonía). En el momento en el que arreciaban versiones de tratativas paralelas, el propio Fernández habló con Larry Fink, el cowboy de BlackRock, para decirle que el único interlocutor era el titular de Hacienda. El Presidente quiere potenciar a Guzmán (más allá de que en algún momento disintió con su estrategia de renegociación) y le pide que ejerza un liderazgo económico integral para la nueva etapa, un rol para el que le falta gimnasia.Contrariamente a lo que muchos suponían, Alberto Fernández no parece preparar un relanzamiento de la gestión ni evalúa tomar como una nueva oportunidad para hacer un upgrade de su gestión. Es una expectativa que comparten empresarios y gremialistas, de la que el Gobierno no se hace cargo. Reina cierto escepticismo en el sector productivo, que espera señales más profundas. "El acuerdo con los bonistas era esencial, pero faltan incentivos para invertir, lineamientos más claros, saber adónde quieren ir", se lamentó uno de los hombres de negocio que participó de la videoconferencia AEA-CGT. Mientras tanto, la Casa Rosada organizó ayer con varios ministros de teloneros y Cafiero como número central. Algo es algo.En el Gobierno...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR