Diez mandamientos para Alberto

Toda la semana política, económica, legislativa, judicial, sanitaria y social se resume en un solo hecho. Es muy fácil adivinar cuál fue. El país y el mundo se detuvieron para seguir las implicancias de ese momento culminante, divisor de aguas, incluso fundacional. Aunque ya no debe haber nadie sin descubrir de qué estoy hablando, por las dudas aclaro que no se trata del fallido intento de Sergio Massa de usar el recinto de la Cámara de Diputados para jugar con pantallitas, caritas y vocecitas, verdadero parlamentarismo vanguardista. No. Me refiero al encuentro cumbre de Cristina y Alberto en Olivos, el martes. Duró tres interminables horas, tras las cuales él terminó con una severa crisis vocacional: el profesor se había convertido en alumno.Recibió una clase presencial, pero, como en Zoom, le mutearon el micrófono. Nada que le disguste demasiado. Lejos de lo que muchos pueden pensar, además de la afinidad ideológica siente por la señora un profundo respeto político e intelectual. Si bien no comparte ciertas formas, la sabe más inteligente, más culta, más pícara e inescrupulosa. Más mala, condición ineludible, piensa, para manejar un país. La sabe dueña de los votos y de una estructura que él no tiene. Le admira ese perfil de personalidad sociópata, es decir, que no siente culpa. Cuando dejó de ser su jefe de Gabinete, en julio de 2008, empezó a competir con ella. Durante 10 años intentó derrotarla, destruirla políticamente de la mano de Massa, de Randazzo, de los medios. Firmó la rendición cuando ella lo hizo su candidato a presidente. Por lo tanto, cada vez que hablan o se encuentran, como el martes, se dispone a escuchar, a aprender y a tomar nota. En esta ocasión, es cierto, la cosa se fue un poco de mambo. Cristina le recitó 10 mandamientos. Él se persignó.Primer mandamiento. No vayas a un default, porque deberías ser muy torpe para defaultear en un momento en que a los bonistas les tirás tres migas y se hacen un festín. No quiero default, y tampoco quiero que paguemos. Si pagamos, muy poco y que no se diga. Guzmán no es ministro de Economía, es ministro de Deuda. Es su único laburo. Por más pichi que sea, no la puede pifiar. Si la pifia, el culpable serás vos. Y yo volveré y te clavaré un sermón de 6 horas.Segundo mandamiento. Cuidame el conurbano. Me dice Axel que el virus se está expandiendo por las villas de La Matanza y no solo ahí. Está logrando tapar eso, pero no sabe por cuánto tiempo más. Ponete las pilas, ¿OK? La Matanza son...

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