Dieta ortodoxa con platos a elección del Gobierno

Cristina Kirchner y Sergio Massa

El favorable resultado de las gestiones de Sergio Massa y su equipo durante su viaje a Washington coloca al ministro de Economía ante una situación cuando menos fuera de lo común. Consiguió lo que iba a buscar, pero cualquier desacuerdo ya estaba descartado de antemano. Al asumir había ratificado su intención de cumplir con las metas anuales acordadas a fin de marzo con el Fondo Monetario para asegurarse los dos desembolsos que restan hasta diciembre. También las de 2023, año electoral, que implican otra vuelta de ajuste fiscal para reducir el déficit primario (sin intereses de la deuda) a 1,9% del PBI.

Al fin y al cabo, el modesto objetivo de ambas partes es evitar que la economía explote antes de las elecciones presidenciales del año próximo. En esto concuerdan tanto Cristina Kirchner como el staff del FMI, aunque se hayan invertido los roles. La Vicepresidenta dejó de hablar en público de los problemas económicos desde la intempestiva renuncia de Martín Guzmán mientras Kristalina Georgieva acaba de calificar como "devastadora" la altísima inflación argentina, principalmente para los más pobres.

No exagera. Las subas de 7,4% en julio, 7% en agosto y el piso de 6,5% que ya se proyecta para septiembre, evidencian que el promedio mensual se duplicó en nueve meses (enero había arrancado con 3,5%). De ahí que el índice de precios al consumidor va rumbo a cerrar diciembre con un alza de 100% interanual, que hará más complicado bajarlo el próximo año.

A diferencia de las tortuosas negociaciones de otras décadas, el Fondo no quiere aparecer esta vez como el villano de la película, ni empujar a la Argentina al precipicio. Su estrategia no es subir las exigencias, sino mantener vigente el acuerdo a base de mayores reservas netas en la caja del Banco Central, menor déficit fiscal y emisión de pesos para financiarlo.

Ante la ausencia de un plan, es lo más parecido a una hoja de ruta de tránsito lento hacia un incierto reordenamiento macroeconómico y con desvíos provisorios por senderos en mal estado. Massa aceptó estas condiciones con el pragmatismo y la rapidez de quien pregunta dónde hay que firmar. Poco que ver con el estilo académico de Guzmán.

La aceptación que tuvo este giro político puede sintetizarse con la elocuente frase de un conocedor de la entretela de las decisiones de la Casa Blanca. "Guzmán hubiese muerto por una foto con Janet Yelen", sostuvo Héctor Torres, exrepresentante argentino en el FMI, en...

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