Dictadura sí, dictadura no

La señora Mirtha Legrand ha dicho, una vez más, lo que piensa. A pesar de que constituya un hecho natural que alguien exponga sus convicciones, no es lo más frecuente en estos controvertidos tiempos. A veces por temor, otras por prudencia, lo cierto es que hablar de un modo rotundo suele sorprender a algunos y hasta incomodar a otros, más de lo conveniente.

Quien fue actriz exitosa y se desenvuelve desde hace muchísimos años como célebre conductora de programas televisivos, se atrevió a pensar en voz alta al afirmar que la Argentina vive bajo una dictadura. Le contestó la Presidenta, pero, más que para desmentirla, para apelar a uno de sus recursos favoritos: la descalificación de la persona por lo que hizo o no hizo en el pasado, como si todos los tiempos hubieran estado requeridos por igual de comportamientos idénticos para el común de los mortales.

Lo asombroso es que en esta ocasión la Presidenta fundó su cuestionamiento en una supuesta verdad irrefutable: "A ver si alguno se acuerda -dijo si algún periodista, a Videla, alguna locutora, algún comentarista o analista se atrevió a llamarlo, yo no digo asesino o genocida, simplemente dictador". No.

Se podrían releer las ediciones de los periódicos y revistas de todo el país; se podrían desgrabar cuantos programas de radio y televisión hubiera de aquella época con referencias a la política de entonces, y con seguridad sería inhallable una calificación como la que ha desafiado a encontrar la Presidenta. No, no sería posible hallarla sino en hojas que circulaban clandestinamente, como brazos políticos de organizaciones insurreccionales. ¿Recuerda la Presidenta cuántos intendentes peronistas hubo en ese tiempo, de qué manera los dirigentes de su partido, y de otros partidos, o los sindicalistas mantenían diálogos activos con aquel oficialismo militar? ¿Cómo trataban a sus interlocutores, de dictadores?

De modo simétrico, podría preguntársele a la Presidenta, como le ha preguntado a la señora Legrand, si ella o el ex presidente Kirchner alguna vez se atrevieron, en los años de terror -de doble terror, por cierto, tanto gubernamental como subversivo, a calificar de dictadores a los mandones de la época. Como tampoco la ministra Alicia Kirchner se atrevió a tanto por aquellos años en que fue alta funcionaria en Santa Cruz, prescindiremos de la pregunta del caso.

Quienes ejercían el periodismo en los años del gobierno militar caminaban sobre el filo de una navaja que cortó mortalmente hasta la...

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