Frente a la dictadura del consumismo, la cultura de la sobriedad. Elogio de «la civilización de la pobreza»

Frente: Carlos Galán. por e mail

La dictadura del consumismo, la cultura de la sobriedad. Elogio de «la civilización de la pobreza»

Por Jon Sobrino

San Salvador, El Salvador

Foto. Mujer pobre en la calle , Ernst

t Pequeño aporte de la Revista:Los pobres están en el "paisaje" de nuestro socio-sistema. No lo vemos y, si lo vemos, pasamos de largo como el sacerdote y e levita narrados por Jesús en la parábola del Buen Samaritano. Tienen "yeta".¿Y si se "nos pega" la pobreza?

Este es el tema que me han pedido desarrollar, y es importante. Me sugieren que lo haga actualizando el pensamiento de Ellacuría[*] sobre «la civilización de la pobreza», lo cual no resulta fácil. Pero puede ser útil intentarlo para abordar en profundidad la «cultura de la sobriedad». Veámoslo.

  1. Pensar el todo de la realidad

    Ellacuría vivió en medio de graves responsabilidades: erradicar la opresión y la represión, fomentar la organización popular y una Iglesia de los pobres. Y al final mediar para poner fin a una guerra cruel. Sin embargo, porque quería ser eficaz al abordar esas tareas concretas, pensó «el todo» de la realidad que asoma en cada una de ellas. De ahí que, en sus últimos años, decía que quería pensar «el país».

    Y sin alardes fantasiosos, también quiso pensar el «mundo en totalidad». El mundo «todo», no sólo esto o aquello, andaba mal. Le oí decir que la solución la tenía clara en teoría, aunque en la práctica la veía muy difícil, y asomaba la impotencia. Tenía claro que la solución es la «civilización de la pobreza», solución buena por sus contenidos, y necesaria pues sólo esa civilización puede superar «la civilización de la riqueza », responsable de la postración en que se encuentra «el mundo todo». Lo tomó absolutamente en serio, y así lo dijo en su último discurso en palabras muy fuertes y tajantes.

    ¿Cómo está la totalidad? «El coproanálisis, es decir, el estudio de las heces de nuestra civilización, parece mostrar que esta civilización está gravemente enferma», hasta el punto de que la tarea más urgente es «evitar un desenlace fatídico y fatal». La tarea no puede ser otra que «revertir la historia, subvertirla y lanzarla en otra dirección». La condición para emprenderla remite a una totalidad escandalosa: «junto con todos los pobres y oprimidos del mundo», sin explicitar a otros. Y exige una actitud específica, contraria a todo facilismo y trivialización: «sólo utópica y esperanzadamente» [El desafío de las mayorías pobres, revista «ECA», 1078...

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