'Dicen que cuando era chico jugaba mejor al fútbol'

Mi mamá jugaba al básquet y mi papá al fútbol y también al básquet. Entonces con mis hermanos íbamos a practicar los dos deportes. El club en donde jugábamos al fútbol (Estudiantes de Huaico Hondo) me quedaba a ocho cuadras, por eso iba en bicicleta. Un día se me pinchó una de las gomas de la bicicleta y de vago, por no caminar ocho cuadras, decidí no ir más al fútbol. Y en el básquet, aunque no me quedaba cerca, tenía un compañero al que lo llevaban los padres, por eso me enganchaba en el auto. Incluso, muchos dicen que cuando era chico jugaba mejor al fútbol que al básquet. Pero bueno, por ser un adolescente que no sabía bien qué quería es que dejé el fútbol y me dediqué a jugar al básquetbol".

Historias como éstas puede haber muchas en el deporte argentino. Pero que estas particularidades formen parte del jugador que fue elegido como el MVP de la última Liga Nacional, campeón con Quimsa en 2014 y que ahora es el base de San Lorenzo, el equipo sensación de la competencia y que está invicto, permite comprender mejor por qué el cuento se vuelve especial. Nicolás Aguirre, o Penka, apodo que se ganó por cómo le crecía el cabello, que era similar a las púas de un cactus, tiene una forma atrapante de contar su vida. La tonada de su Santiago del Estero natal lo convierte en un personaje diferente. "Mis papás vienen a visitarme. También, cada tanto, viene gente amiga de Santiago y nos juntamos a comer un asado. Me encanta que podamos escuchar folclore para estar ambientados. Yo toco la guitarra, pero no sé nada de música", dice, y suelta una carcajada.

Aguirre dio un vuelco su carrera. A pesar de que esa trayectoria le había permitido jugar en Quilmes (2007) y en Boca (08/09 y 09/10), cuando comenzó la temporada 2013/2014 estaba sin equipo y se entrenó en doble y hasta en triple turno en los clubes que lo vieron nacer en el básquetbol: Independiente y Newbery. Pudo sobreponerse a los momentos más complejos y Sionista le dio una oportunidad de volver al ruedo: "Cuando me quedé sin equipo, algo cambió en mí. Me replanteé qué quería para mi futuro. Sabía que tenía que ponerme bien físicamente y evitar que el club que me llamara dijese que no estaba listo".

Nunca se olvidó de sus orígenes, y su mamá María y su papá Gustavo le ofrecieron una cantidad de valores que lo marcaron. Por eso, cuando tenía 21 años (hoy tiene 27) y jugaba en Boca llamó a sus padres para consultarles cómo podía ayudarlos; ellos le contestaron que la mejor forma era pensar en...

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