Diagnóstico correcto, tratamientos errados

Un sintético listado de los problemas que encaró Cristina Kirchner en las cuatro semanas que transcurrieron desde su categórica reelección indica que los diagnósticos apuntaron correctamente a prioridades inmediatas para su segundo mandato.Aunque ninguno de estos problemas siquiera había sido mencionado durante la campaña electoral, el gobierno de CFK se ocupó sucesivamente de contener la fuerte demanda de divisas y la fuga de capitales, así como de comenzar a reducir la enorme bola de nieve de subsidios estatales (4% del PBI) en las tarifas energéticas. También mantuvo un encuentro clave con Barack Obama, con el no declarado propósito de despejar obstáculos en las relaciones con los Estados Unidos, el FMI y el Club de París. Y, adicionalmente, emitió señales para rechazar el pase de facturas sindicales en el aún irresuelto conflicto político de Aerolíneas Argentinas.Si estos diagnósticos resultaron correctos, no puede decirse lo mismo de los tratamientos utilizados ni de su secuencia. No por casualidad muchos economistas independientes hablan de mala praxis y utilizan vocabulario médico para graficar cómo de un problema se pueden crear otros aún más agudos.La fuga de capitales, que en octubre habría alcanzado la cifra récord de US$ 3700 millones, obedecía a un factor de desconfianza en la política económica postelectoral. Y la respuesta del Gobierno fue atacarla provocando aún más desconfianza. Los generalizados controles de la AFIP instalaron innecesariamente una sensación de crisis cambiaria que agregó más tensión, cuando se podría haber recurrido a instrumentos de mercado a través del régimen de flotación y un stock de reservas más que suficiente para revertirla. El activismo oficial, vía Guillermo Moreno y sus aprietes telefónicos a empresas e importadores, llegó además a extremos grotescos en medio de teorías conspirativas oficiales. Todo apuntó a bajar la fiebre del día siguiente, a costa de tornar más incierto el mediano plazo.La calma que en los últimos días mostraron tanto el mercado oficial como el paralelo de cambios tiene mucho de efecto anestésico, aunque a un costo elevado. Se desaceleró la demanda de divisas debido a los controles, oficiales y oficiosos; pero también se contrajo la oferta espontánea, por la misma razón. Sin embargo, se mantienen el drenaje de reservas (aunque a menor ritmo) y las tasas de interés en niveles récord para toda la era kirchnerista. Esto permite a los bancos recuperar tímidamente depósitos en pesos, aunque a...

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