En el día del adiós, las calles de Chapecó se llenaron de llanto y emoción

CHAPECÓ, Brasil.- Adriana fue una de las primeras en llegar al estadio Arena Condá y al ingresar se abrazó con fuerza a su rosario y a una bandera verde, para protegerse de la lluvia. Con la emoción agolpada en los ojos, su dolor la equiparaba con las otras 20.000 personas que despidieron a los jugadores del club que murieron en la tragedia aérea de Medellín, el lunes pasado.

"No es un día fácil. Conocía a muchos de los integrantes de este plantel porque convivían con nosotros en la ciudad. Será muy difícil reponernos de este golpe... Y sigo sin poder encontrar una respuesta a una simple pregunta: ¿por qué, Dios?", dijo Adriana, de 27 años, familiar de una de las víctimas del vuelo 2933 de la empresa boliviana LaMia.

Todo estaba listo desde temprano en el estadio del Chapecoense, cuando cerca de las seis de la mañana de ayer comenzaron a llegar al estadio los familiares, amigos, hinchas y vecinos de Chapecó, una ciudad casi desconocida fuera de Brasil que entró en el mapa del fútbol internacional gracias a un equipo que avanzó hasta la final de la Copa Sudamericana, tras dejar en el camino a clubes con más tradición.

La lluvia que se anunciaba desde el día anterior cayó puntualmente sobre la ciudad de manera torrencial, pero no minó la determinación de los simpatizantes. Fue más bien un detalle simbólico que se añadió a este sepelio a cielo abierto de 51 personas, y que, eso sí, alteró la logística del evento, ya que obligó a suspender las actividades del aeropuerto.

"No entiendo cómo estoy parada todavía. Estar en el estadio me reconforta porque comparto mi angustia con mucha gente. Creo que lo peor será después. Porque será el tiempo de darnos cuenta que él no volverá", agregó Adriana sobre el futuro de ausencias que la espera.

Los féretros de los jugadores fueron llevados desde Medellín en tres aviones Hércules de la fuerza aérea brasileña y avanzaron por tierra en una lenta caravana de 10 kilómetros, durante más de una hora, saludados a su paso por los miles de hinchas que tiñeron la ruta de verde, el color que identifica al Chapecoense. Parecían confirmar en masa el titular con que abría un diario de la ciudad: "Hora de despedida".

El momento de mayor emoción se vivió con el ingreso de los primeros ataúdes al campo de juego, donde fueron ubicados en carpas especialmente levantadas sobre una de las tribunas. "¡El campeón volvió! ¡El campeón volvió!", cantaba la gente, mientras los féretros, cargados por militares, desfilaban por el...

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