La desquiciada carrera por legislar sin consensos

Como sucede cada diciembre, el Congreso se ha vuelto a anotar en una carrera frenética con el fin de sancionar centenares de proyectos que, por una u otra razón, nunca pudieron ver la luz a lo largo del año.

Este diciembre no sólo no es la excepción, sino que viene a convalidar una metodología usada por el kirchnerismo a lo largo de los últimos 12 años de sesiones: , haciendo abuso de su representación parlamentaria y frente a una oposición débil y hasta desarticulada aun en la victoria, como ocurrió tras los comicios de 2009, en los que el partido del Gobierno sufrió una fuerte derrota electoral y los bloques opositores no pudieron arribar a mínimos acuerdos, con lo que el Congreso quedó virtualmente paralizado.

A este fin de sesiones ordinarias, prorrogadas por el PE hasta el 31 del mes actual, se suma el hecho, concreto y totalmente novedoso para el oficialismo, del final de ciclo que se producirá en diciembre del año próximo con la asunción de un nuevo presidente de la Nación que no llevará el apellido Kirchner.

La inescrupulosa corrida parlamentaria del oficialismo contra ese inexorable reloj político está hoy más que nunca determinada por el apuro de porque el Congreso sancione un paquete de leyes controvertidas -muchas de ellas, códigos de fondo destinados a regir durante las próximas décadas- antes de que comience la diáspora electoral de su propia gente.

Esa urgencia se verifica en la enorme presión que el Poder Ejecutivo ha venido ejerciendo para que se aprueben, entre otras iniciativas, nada menos que un ; el marco regulatorio de las telecomunicaciones; la flexibilización de las condiciones para que el Congreso pueda designar a los defensores del pueblo adjuntos; el adelantamiento de la puesta en marcha del Código Civil y Comercial para agosto próximo, en lugar de esperar a 2016 como dice la ley impulsada por el propio oficialismo, y la reglamentación de la elección de los parlamentarios del Mercosur. Sobre este último tema, el kirchnerismo ya ha dejado trascender, sin ningún tipo de reparos, que la estrategia está pensada para favorecer una eventual candidatura de la Presidenta el año próximo. Ello le permitiría encabezar las boletas electorales partidarias del todo el país y conseguir los fueros necesarios para protegerse ante las graves y numerosas causas por corrupción que acosan a su administración y que en las últimas semanas avanzaron directamente sobre su persona.

Ciertamente, hay que decir que ese apuro por obtener leyes...

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