Después de la urbanización: cómo cambian las dinámicas políticas en las villas que son asistidas

Una excavadora revuelve y traga tierra, la lleva a la otra punta del terreno y arma un montículo que crecerá con el correr de las horas. Junto con otras dos máquinas y algunos obreros con palas alisan el terreno. Es la fase previa a comenzar la construcción de viviendas.

Hace dos años, en ese mismo terreno, vecinos de las villa 20 de Lugano tomaron el predio y se disputaron las parcelas para construir con sus propias manos las casas que nunca nadie les había dado. En medio de los forcejeos un hombre murió a manos de otro por quitarle el lugar que había reclamado para sí. Seis meses le tomó a la fuerza pública desalojar el predio Papa Francisco con la promesa de construir y distribuir nuevas viviendas. Hoy, el proyecto avanza lentamente. La tribuna que forman las casas de tres, cuatro y cinco pisos que rodean esa tierra la contempla expectante desde arriba.

Estas nuevas viviendas abonarán al proceso de urbanización que viene dándose en la villa 20 de Lugano y en otras de la Ciudad de Buenos Aires y representarán un fuerte impacto social, pero también altamente político.

"Así como el barrio tiene partes nuevas y viejas, está la nueva y vieja política. El puntero siempre fue el único contacto, el conector entre el barrio y el Estado. La urbanización es la ruptura con el puntero", cuenta Maximiliano Sahonero, legislador porteño de Pro nacido y criado en Lugano, mientras recorre despacio las calles de su barrio, la villa 20. "La campaña en los barrios ahora no es que el puntero te lleva y te dice a quien hay que votar. El vecino ahora ve el trabajo que se hace y elige", agrega Sahonero.

La urbanización es la enemiga número uno del puntero, ya que lo elimina como único puente con el "afuera". Es más difícil que construya una esfera de poder a través de la repartición discrecional de recursos si el barrio se integra a la ciudad y pierde su autarquía, se vuelve permeable.

Sahonero saca pecho mientras muestra los avances que logró la cooperativa 25 de Marzo que dirige su padre, Víctor. Veredas de material, frentes revocados y pintados, calles lo suficientemente anchas para que circule un auto, luminarias nuevas. "Otorgamos muchísimos títulos de propiedad. Cuando la gente es dueña de su casa la cuida". Unas cuadras más adentro, el panorama es otro: casi no entra el sol, se edifican pisos sobre pisos y ni siquiera se llegan a revocar. Todos están conectados por una maraña interminable de cables. Carteles de "alquilo pieza" una habitación puede costar...

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