De desórdenes y reiteraciones

Más respeto que soy tu madre (2a parte) / Autor: Hernán Casciari / Adaptación y dirección: Antonio Gasalla / Intérpretes: Antonio Gasalla, Claudia Lapacó, Enrique Liporace, Alberto Martín, Nazareno Móttola, Esteban Pérez, Sebastián Borrás y Noelia Marzol / Escenografía: Alberto Negrín / Iluminación: Antonio Gasalla / Vestuario: Antonio Gasalla y Manuel González / Asistente de dirección: Sebastián Borrás / Productor general: Nacho Laviaguerre / Sala: El Nacional / Funciones: de jueves a domingos / Duración: 120 minutos.

Nuestra Opinión: Regular

Antonio Gasalla se vuelve a meter en la piel de Mirta González de Bertotti para seguir sacándole el jugo al libro de Hernán Casciari que tantas satisfacciones le dio durante las cinco temporadas en las que se cansó de trabajar a sala llena con la primera parte de la historia.

Pasaron cuatro años y vuelve a escena esta familia que baila al ritmo de una madre que les pone voz (alta) a las desventuras de su círculo íntimo a través de monólogos internos desopilantes. La acompañan su marido, sus tres hijos (el menor, con novia incluida) y un cuñado que más vale perderlo que encontrarlo. Entre todos arman una paleta colorida, pero altamente estereotipada. No son los matices los que abundan en la composición de estos personajes y es probable que no sean muchos (más allá de esta cronista) los que los extrañen.

La sala de El Nacional está repleta de fanáticos que ya vieron la primera parte de esta saga y esperan ansiosos los gags que bastonea Gasalla con habilidad. No bien el actor entra a escena hay un estallido de bravos y aplausos que lo dejan quieto varios minutos. Pero como es un monólogo, como hay complicidad entre esta Mirta y los cientos que la miran desde la platea, el diálogo se establece directo desde el primer minuto. Ella propone y ellos festejan; ella avanza y ellos acompañan. Vienen para saber más sobre esta familia en la que el hijo menor -interpretado con histrionismo desbordado por Nazareno Móttola- se aparece un día con una novia que bien podría ser su madre (o su abuela), que lleva adelante Claudia Lapacó, de taquito; en la que el hijo mayor, la debilidad de la madre, vuelve al hogar con su sexualidad haciendo equilibrio entre el travestismo extremo y la paternidad deseada, buscada y celebrada (Esteban Pérez), y en la que la hija del medio, Sofía, se transforma en una bomba sexual con todo a la vista, menos los pruritos (Noelia Marzol).

En el plano de los mayores sigue, eterno frente al...

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