El desencanto de la clase media aumenta y abre fisuras en Europa

PARIS.- El "resentimiento" es el argumento usado con más frecuencia para negar el verdadero malestar que manifiestan desde hace algunos años -en particular en Europa occidental- las clases medias. Con ingresos de entre 20.000 y 40.000 euros anuales para una familia tipo, son obreros, empleados, pequeños autónomos y campesinos. Ellos son la sustancia del , que mantiene desde el mes pasado. Son también la expresión de la tremenda frustración y el retroceso social que sufrió ese segmento. Pero lo mismo se podría decir de todas las clases medias que cada vez votan más al populismo en Europa o el .O, como en Alemania, deciden olvidar el caos y el horror del nazismo y apoyan con entusiasmo a la extrema derecha de Alternativa por Alemania (AfD).Para quienes piensan en el postulado del "resentimiento", ese grupo social, que goza de un bienestar material sin comparación con las generaciones anteriores, debería ser capaz de reconocer la suerte que tiene. Señalan que esa gente suele partir dos veces por año de vacaciones, al mar y a la montaña, aunque -es verdad- en lugar de alojarse en los lujosos hoteles de Saint-Tropez paran en los campings periféricos. Sus supermercados están pletóricos de mercaderías abordables que habrían hecho la felicidad de sus abuelos. Comparativamente, sus autos representan muchas menos horas de trabajo, son más seguros y la posibilidad de morir al volante fue dividida por dos en 30 años. En el mismo periodo la esperanza de vida aumentó en casi siete años. Y así se podría seguir con una interminable lista de beneficios.Parafraseando al escritor estadounidense Steven Pinker, estaríamos en una edad de oro que no somos capaces de ver pues espíritus tenebrosos nos ocultan la luz. ¿Por qué quejarse, entonces, si no es por ingratitud? ¿Por qué tanta desilusión del progreso en una sociedad de la abundancia?La última expresión de ese fenómeno parecen ser los "chalecos amarillos", que se suman aEl sociólogo Louis Chauvel llama a ese fenómeno "la paradoja de Aron", que explica por "la convergencia perfecta de tendencias que se oponen al progreso de las satisfacciones".A su juicio, en primer lugar se encuentra la dinámica intergeneracional de la frustración relativa: "Es verdad, el poder adquisitivo aumentó y sigue aumentando. Pero las aspiraciones sociales fundadas en la socialización familiar y los diplomas, progresaron más rápido aun", explica.En otras palabras, hace casi 70 años, la época denominada en Francia los "Treinta...

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