El Descueve hace historia

Ella es tan bailarina contemporánea como vedette entangada o una patovica fatal de fuerza tan arrasadora como naïf. Sus compañeras de escena no se le quedan atrás (nadie se queda atrás porque son gentes de armas tomar). En otro momento, una de ellas cuatro se refriega contra el piso de tierra, contra las paredes como si fuera un chancho, un chancho salvaje, un chancho salvaje en celo, un chancho salvaje en celo intentando calmar su sed. En otra escena, tres de ellas se toman de la entrepierna como si de ahí, de ese nudo, se dictara la línea del movimiento. Cuando se estrenó, en 1998, la foto de promoción de este espectáculo fue, justamente, un primerísimo primer plano de una vagina de una de ellas, como si fuera una cita al cuadro El origen del mundo, de Gustave Courbet. La imagen (y el espectáculo todo) era difícil de olvidar.

La obra en cuestión se llama Todos contentos y terminaba con Carlos Casella cantando "La pistola y el corazón". Fue el debut suyo como cantante. Fue la tercera producción de El Descueve, el icónico grupo de danza independiente creado hace 25 años por Mayra Bonard, Carlos Casella, Ana Frenkel, María Ucedo y Gabriela Barberio.

Tan icónica fue la marca que dejaron que hoy, abriendo una nueva edición de la Bienal de Arte Joven, harán una puesta de esta obra que originalmente dirigieron Bonard y Ucedo con un elenco compuesto por Pablo Lugones, Micaela Ghioldi, Martina Bakst, Romina Alaniz y Milva Leonardi.

En plan revisionismo histórico, "Cinco desaforados que se ponen en acción" fue el título de la crítica en la nacion cuando estrenaron Todos contentos. Cuando cumplieron 15 años vino otra nota. Terminaba así: "Así son ellos: superficiales, eléctricos, obsesivos, primitivos, eróticos, modernos, profesionales y desprejuiciados". En verdad habría que agregar más capas. María Ucedo suma su propia lectura de inevitable tono autorreferencial: "Es la obra que más quiero y que más me representa e identifica de El Descueve. Su poética salvaje, los cuerpos expuestos al límite, su condensación, los emotivos fósforos, las lucecitas, la bestialidad", cuenta. Cuando surgió la idea de reponerla, a ella mucho la cosa no le abrochaba. Se la imaginaba hecha por ellos mismos con los cuerpos atravesados por el tiempo. Pero cuando vio una pasada con este nuevo portentoso elenco se le piantó la lágrima.

En otra escena, Carlos Casella desafiaba a una de ellas. "Volá, saltá, confiá", le machacaba para que se animara a saltar desde arriba de una...

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