Los descendientes: hasta qué punto influye el origen

Belgrano llegó de traje y con una escarapela. Al cruzar la entrada, Passo se acomodó su poncho salteño, que amenazaba con dejar descubierto un hombro. "Yo no uso poncho, lo visto", aclaró, inflando el pecho. Mientras escribía un mensaje en su iPhone, Thames saludaba a los demás con una sonrisa amplia. Lo siguieron Pueyrredón, Anchorena y Sáenz. Laprida, último en llegar, se sacó la boina para dar las buenas tardes. Poco tiempo después, todos estaban juntos en un ascensor, donde una luz llamó la atención de Laprida. "Pará, pará, que yo sé cómo se llama eso? ¡smartwatch!", adivinó, señalando la muñeca de uno de los presentes. Hubo vítores.

Hace 200 años, los que portaban sus mismos apellidos eran protagonistas centrales del período fundacional de la Argentina. Choznos de aquéllos, se reunieron ahora en LA NACION para tomar un café, recordar anécdotas familiares y reflexionar sobre el peso de su origen.

Alrededor de una mesa, los descendientes parecían sorprenderse de los apellidos de los demás y dialogaban sobre la genealogía de cada uno. Hasta hablaron de los que sufrieron cambios en la historia, como el del presidente de la Asociación Fundadores de la Patria, Mario Passo, ya que en algún momento le agregaron una "s" al apellido del entonces diputado por Buenos Aires Juan José Paso. O al abogado e ingeniero en sistemas Juan Pablo Bustos Thames, cuyo familiar José Ignacio Tames aparecía sin "h" en la declaración de la independencia.

El primero en hablar fue Francisco N. Laprida, chozno de quien presidió la sesión del Congreso de Tucumán cuando se declaró la independencia y que lleva su mismo nombre. Para él, un apellido como el suyo debe llevarse con "discreción", y es por eso que en su familia nunca se hizo "un culto" de su origen. "En casa había un retrato y un blasón de armas traído de Asturias, pero nunca fuimos proclives a la difusión porque así fue él", contó.

Laprida habla acelerado, pero parece pensar dos veces cada frase para no dejar afuera ningún detalle. Así contó una anécdota que viajó de generación en generación en su familia: cuando Laprida se disfrazó de monje y fue a la cárcel para tratar de liberar al entonces gobernador de San Juan José Ignacio de la Roza. El detenido se negó a intercambiarse las ropas y eligió permanecer preso. "Así como estaba tuvo que escaparse a Mendoza junto a su familia por la persecución de [el gobernador José María] Echegaray", relató. El chozno, además, contó que envió una carta a la Cámara de...

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