Desafíos que habrá que enfrentar en un mundo robotizado

Muchos trabajadores deberán buscar nuevas ocupaciones y los Estados tendrán que gestionar el proceso

En un centro comercial de Tokio me acerqué a una mesa de informes atendida por una joven elegantemente uniformada y sonriente, para hacer una consulta. Resultó ser un robot, que respondió cortésmente a mis preguntas con voz clara y en inglés. Sorprendido, tomé una foto e incorporé la experiencia a mi anecdotario personal.

Es que cuesta creer que un robot no es más que una máquina automática programable capaz de realizar ciertas operaciones de manera autónoma y reemplazar a seres humanos en algunas tareas, especialmente si son pesadas, repetitivas o peligrosas. Actualmente exploran la superficie de Marte, reparan oleoductos en las profundidades del océano, realizan cirugías en hospitales, desactivan bombas en campos de batalla, cuidan ancianos y llevan a cabo toda clase de tareas en fábricas. Los vehículos autónomos pronto surcarán los cielos y los caminos. Hasta "la más antigua profesión del mundo" comenzó a ser ejercida por robots sexuales, disponibles en prostíbulos que están proliferando en Finlandia, Italia, Rusia, España, Canadá o Estados Unidos, provocando movilizaciones de trabajadoras sexuales frente a la inesperada competencia.

Con o sin apariencia humana, los robots se están incorporando aceleradamente a la vida cotidiana. Pronto serán una presencia habitual en el hogar, el trabajo y la calle, sustituyendo empleos actualmente desempeñados por humanos: desde agentes de seguros y abogados hasta camioneros e inspectores de impuestos. Según una muestra de 46 países con economías avanzadas y en desarrollo, hacia 2030 estarán automatizadas el 16% de las ocupaciones. Tal vez Japón y la India se ubiquen en situaciones polares en sus tasas de robotización. En 2017, Corea del Sur encabezaba el ranking mundial, con 710 robots cada 10.000 trabajadores, demostrando que aun con salarios comparativamente bajos la tasa de adopción puede crecer. El tema ha generado temores y controversias, planteando serios interrogantes: ¿deben hacer algo los gobiernos frente a estos impactos sobre el mundo del trabajo? ¿Y con relación a sus aspectos legales, éticos o económicos? Veamos.

Con respecto al futuro del trabajo, una corriente imagina un drástico reemplazo de trabajadores humanos por robots; otra, más optimista, supone una armoniosa complementación entre ambos. Hay quienes creen posible que la robotización genere un creciente número de puestos de mayor...

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