Un desafío que requiere esfuerzos

En su jardín, repleto de comederos y casitas para aves, el hombre explica: "Les estamos muy agradecidos a los pájaros, gracias a ellos aprendió a hablar nuestro hijo". El niño, en efecto, no había hablado hasta los cuatro años, cuando al creer descubrir alguna chispa de interés al padre se le ocurrió pasarle grabaciones con el canto de distintas especies de aves y una voz que pronunciaba los nombres de cada una. Esos nombres fueron las primeras palabras del chico. "De ahí pasamos a la música clásica", cuenta, y agrega con orgullo que algunas de las grabaciones de las obras compuestas por ese hijo hoy ya adulto, que en otros planos de su desarrollo sigue siendo un niño, han vendido más copias que los títulos de sus propios libros. Lo que no es poco decir, dado que el hombre del jardín es el premio Nobel de Literatura 1994, Kenzaburo Oé.Por supuesto, el camino que llevó a Hikari Oé hacia el lenguaje no es el estándar, no se puede generalizar, pasa por fuera de las grillas de resultados cuantificables con que se construyen esos rankings destinados...

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