Una derrota de muy difícil retorno para Barcelona

Lionel Messi y Barcelona han salido de situaciones complejas y no les faltan proezas futbolísticas en su inventario como para cometer la irreverencia de restarles crédito, pero de la visita de ayer al Allianz Arena difícilmente haya retorno, sobre todo si esa vuelta majestuosa se impone para el próximo miércoles y la debe dar un equipo que hizo ruido a roto. Bayern Munich, al que la cátedra futbolística europea daba como favorito para esta semifinal de la Liga de Campeones, le infligió a Barcelona la derrota más dura no sólo en la era Guardiola-Vilanova, sino también en mucho tiempo. Para algo similar hay que retrotraerse a la final de Atenas 1994, con el 4-0 del Milan de Capello al equipo de Johan Cruyff, un tótem del barcelonismo, cuyo ciclo revolucionario como entrenador empezó a extinguirse después de esa estrepitosa caída.Todavía es muy pronto para medir las consecuencias en el mediano y largo plazo de este fresco 0-4, pero cuesta creer que su efecto devastador pueda ser reparado por Messi y compañía dentro de una semana. Quedó la sensación de que este Barcelona necesita parar, darse tiempo, física y mentalmente, para reinventarse, con varios de estos nombres y algunos que puedan llegar. Y que lo mejor que le puede pasar en este momento es tener la Liga de España en un bolsillo para no tener que hacer un esfuerzo extra que no parece en condiciones de ofrecer.Es cierto, hace poco más de un mes, Barcelona volvió a su versión operística y bailó a Milan con un 4-0 más que suficiente para revertir el 0-2 en el Giuseppe Meazza. ¿Por qué no imaginar que no lo puede repetir? En primer lugar, porque en el fútbol todo puede cambiar en un tiempo muy breve. Y este Messi no es el que se puso el equipo sobre el empeine de su zurda para vapulear a Milan. Si no es el mismo no es por falta de voluntad, sino porque se lesionó en el momento más trascendente e inoportuno de la temporada. Hacía tres años que los músculos de las piernas no le daban dolor de cabeza. Tenía una continuidad asombrosa, pero aquel desgarro en el bíceps femoral derecho sufrido en París lo frenó. Y no siempre alcanza con la influencia y magnetismo de su sola presencia, como cuando en el desquite en el Camp Nou entró durante un ratito, tocó tres pelotas y provocó la parálisis de Paris Saint Germain. Dos semanas de descanso y recuperación no bastaron para devolver al mejor Messi. Este Bayern Munich intuyó que enfrente había un genio mermado en sus condiciones físicas y lo acosó sin contemplaciones...

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