Derrida, contra el yo soberbio y dominador

En una de las tantas entrevistas que concedió, Jacques Derrida, filósofo francés nacido en El Biar (Argelia) el 15 de julio de 1930, reveló que uno de sus objetivos era dejar huellas en la historia de la lengua francesa. "Vivo de esa pasión, si no por Francia, al menos por algo que la lengua francesa ha incorporado desde hace siglos -dijo-. Creo que si amo esa lengua como amo mi vida, y a veces mucho más de lo que la ama un francés de origen, es porque la amo como un extranjero que fue acogido y que se apropió esa lengua como la única posible para él". Sobrepuesto a los rigores del colonialismo y el antisemitismo (que padeció en carne propia), abrazó así una de las ideas que sustentan su obra: una lengua no pertenece a nadie. Con pasión y, como admitió, con cierta violencia, creó en ese idioma un léxico para pensar el mundo: différance, deconstrucción, diseminación, archiescritura, fantología, falogocentrismo.En 1967, a los 37 años, se dio a conocer a los lectores con tres libros clave: La escritura y la diferencia, La voz y el fenómeno y De la gramatología. En el primero, criticaba en tiempo real el método estructuralista ("la forma fascina cuando no se tiene ya la fuerza de comprender la fuerza en su interior"); en el segundo, examinaba la teoría del signo de uno de sus precursores, Edmund Husserl, y en el tratado final, reivindicaba el "papel" (más tarde recuperado como soporte conceptual) de la escritura en el desarrollo del pensamiento. El desafío de deconstruir la metafísica occidental se había puesto en marcha en el contexto de las luchas de liberación nacional, de movimientos antibélicos, feministas y antirracistas, y de oposición a los regímenes totalitarios. No obstante, y a diferencia de amigos y colegas, el horizonte político de su pensamiento siempre fue la democracia: "Nunca existe en el presente -declaró-. Es un concepto que lleva consigo una promesa, y en ningún caso es tan determinante como lo es una cosa presente. Cada vez que se afirma que la democracia existe puede ser cierto o falso. La democracia no se adecua, no puede adecuarse, en el presente, a su concepto".Su obra, lúcido archivo viviente, arroja luz en este atípico siglo XXI. "Poco antes de su muerte, en 2004, dictó en Italia la conferencia '¿Cómo no temblar?', en la que se refirió a la experiencia pasiva e imprevisible del temblor, como espacio del no saber y de la exposición de la vulnerabilidad -señala Mónica Cragnolini, doctora en Filosofía por la Universidad...

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