La demagogia, una cultura de época

A no engañarse. La declaración parece poética, pero resulta esencialmente política: "Con el auge de los pequeños nacionalismos que por desgracia estamos sufriendo en el mundo, yo me considero de una patria mucho más grande, que es mi lengua. La ", dice en el Teatro del Libertador San Martín, de Córdoba. Alude a que el idioma común sirve siempre para las discordias, pero también para los milagros de la fraternidad y la cooperación. El asunto puede resultar obvio, pero toca una polémica del momento, que se insinuó en el seno y en los márgenes del : el progrenacionalismo (colectivo ruidoso de variado pelaje) desarrolla sarpullidos frente a la celebración del idioma; sospecha que nos viene impuesto desde la metrópolis y que, por lo tanto, todos somos súbditos de la Corona (una soberana estupidez); se cree en la necesidad de denunciar a cada rato (y a esta altura) que se trata de la "lengua del conquistador", y de traer al presente el genocidio de los pueblos originarios, una empresa cierta y deleznable, pero en la que estuvieron empeñados no solo los peninsulares de entonces, sino también nacionalistas y liberales autóctonos de nuestro siglo XIX.Dicho sea de paso, que los abnegados "emancipadores", en nombre del humanismo más sensible, evoquen a cada rato el salvajismo de los españoles y olviden el carácter sanguinario de ciertos imperios aborígenes precedentes, consagrados a la cacería de sus congéneres, la esclavitud de tribus consideradas inferiores y masivos sacrificios humanos, resulta un acto de memoria selectiva y una manipulación histórica.En ese supuesto, un grupo de hippies pacíficos y ecologistas fueron sorprendidos por mercenarios imperialistas sedientos de gloria y de oro. Lo segundo es una estricta verdad; lo primero es a veces una acomplejada falsificación. Conviene estudiar un poco más los maravillosos y a la vez luctuosos imperios inca y azteca para comprender cabalmente ese equívoco, que sin embargo no justifica en nada la prepotencia española ni las matanzas cegadoras de los "civilizadores". Ahora bien, que nos encontremos discutiendo estos temas remotos, que permanezcamos anclados en todos estos anacronismos, tiene una sola explicación, y es que la diatriba fácil y la demagogia barata se han convertido en cultura de época.Cuando un irreprochable progresista como Sabina condena de pronto...

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