Delicada comedia llena de sabiduría

Un día es un montón de cosas / Libro y dirección: Jimena Aguilar / Intérpretes: Mora Arenillas, Christian García, Enzo Pedroni, Alejandro Pérez, Marinha Villalobos / Escenografía e iluminación: Pedro Piana / Producción: Consuelo Iturraspe, Mercedes Najman / Sala: El amarín de las Musas, Mario Bravo 960 / Funciones: Viernes, a las 21 / Duración: 70 minutos.

Nuestra opinión: Muy buena

Un día es un montón de cosas, obra ganadora del premio de dramaturgia Germán Rozenmacher, anuncia ser una "comedia acerca de la pérdida". Esa contradicción entre risa y dolor funciona como una de las claves para entender un texto que se construye a partir de oposiciones. El mundo de los jóvenes y el de los adultos, el de lo religioso y el de lo secular crean contradicciones que atraviesan a dos familias: la de Elías y su hijo Natán, judíos ortodoxos ellos, y la del psicólogo Adrián, su esposa, Ana, y Lea, la hija punk de ambos.

Elías ha sido abandonado por su mujer. Antes de irse, ella dejó en una nota un mensaje que él se esfuerza por dilucidar, creyendo que con eso podrá recuperarla o, al menos, dar con una punta que permita explicar el dolor que siente. Su monomanía lo hace ejercer una paternidad deficitaria: cría a su hijo a base de pizzas y programas de televisión. Por el otro lado, Adrián brinda respuestas por doquier a sus pacientes pero no parece poder ver que su propia familia se desmorona, que Ana sueña con hacer algo, ese montón de cosas, que le permitan sacudirse una rutina atosigante, y que su hija tiene un mundo del que no piensa hacer parte a sus mayores. Sin embargo, los adultos de esta obra son afortunados porque tienen hijos mucho más sabios que ellos. Allí donde los padres fallan, los hijos pondrán una rara racionalidad, mecanismos de ayuda que...