Dejaron Argentina para vivir en España, pero un punto clave los llevó a Miami: 'EE.UU. no es para ser empleado, es para emprendedores'

Un nuevo comienzo.

Adrián y Valeria llegaron a las tres de la madrugada al hostal en la zona de Atocha. Sus estómagos rugían, el hambre no les permitía pensar en lo que habían dejado atrás, una Argentina a la que hacía pocas horas le habían dicho adiós para emprender una nueva vida.

Despertaron al conserje, que les indicó el camino hacia su habitación, pero dormir les fue imposible, el hambre no cedía y decidieron volver a las calles en busca de algún lugar que sirviera alguna comida, la que sea, a tan altas horas de la noche. Estaban de parabienes, justo frente al hostal funcionaba un bar "como los de antes" con atención al público las 24 horas.

"Recién bajamos del avión y tenemos un hambre terrible, ¿tienes algo?", le preguntó Adrián al dueño, Manuel, tras saludarlo. "Pues sí. ¿Les gustan las lentejas?" Una emoción intensa se apoderó del argentino, era su plato favorito, aquel que lo transportaba hacia un momento maravilloso de su vida.

"Le conté que siempre se las pedía a mi abuela española, de Brión, un pueblo a 25 kilómetros de Compostela ", dice Adrián, mientras rememora su llegada al país ibérico. "Era una receta imposible de copiar, le ponía un poquito de esto y un poquito de lo otro y te comías tres platos".

Allí, en aquella madrugada del volver a empezar, Adrián también comió tres platos. Fue una caricia al alma. Jamás se olvidará de Manuel.

Adrián y Valeria primero eligieron Madrid para volver a empezar.

Una infancia dura, los abuelos salvadores y un país con vaivenes: "La decisión de irnos fue disparada por todo este conjunto de situaciones"

Los abuelos, Lola y José, siempre fueron sus salvadores. La infancia de Adrián, rodeado por una familia en donde se vivía una atmósfera caótica y desamorada, fue dura. Lo comprendió de grande, él funcionaba como "el chivo expiatorio", o "el tonto del pueblo", como comenta que se dice en España. Las humillaciones vividas en su hogar lo hicieron sentir siempre como un hijo no deseado, pero, por fortuna, en sus abuelos pudo encontrar cobijo.

Su hermana, dueña de un corazón de oro, también aliviaba sus días, sin embargo, todo cambió cuando ella se unió en matrimonio con un hombre tenebroso, que la alejó de sí misma y de su entorno.

Los años pasaron con altos y bajos emocionales y económicos, en un país querido pero inestable, colmado de recuerdos personales sensibles. Entonces apareció Valeria en su vida, así como la ilusión de comenzar una nueva vida junto a ella en todo sentido: "La decisión...

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