El dedo acusador de Macri

Fue como un déjà vu kirchnerista. Así lo vivieron algunos de los cincuenta empresarios que el martes, en el Palacio Municipal de La Matanza, escuchaban a Débora Giorgi, secretaria de la Producción del municipio, y a Roberto Feletti, de Economía y Hacienda. Todo muy extenso, como en los viejos tiempos: la reunión, a la que después se sumó la intendenta Verónica Magario, empezó poco después de las 10 y terminó a las 14.30. Es cierto que pueden haber cambiado algunos rasgos de tinte personal. Quienes estaban habituados a oír sus exposiciones en el Ministerio de Industria de la Nación notaron esta vez a Giorgi bastante más sencilla en el trato. Los había convocado para conocer los planes que estas empresas -Telefónica, Telecom, Acindar, YPF, Jumbo, Mercedes Benz, Walmart, Carrefour, Frávega, Garbarino y Clórox, entre otras- tienen para el municipio en un contexto que ella y sus compañeros de gabinete descuentan adverso. Les hizo entonces un pedido explícito con el método Kicillof: que le mandaran por correo electrónico las inversiones y los programas de responsabilidad social que tienen en mente para la zona. Les contó también que el municipio no estaba recibiendo fondos de la provincia y que, por eso, lo más probable era que la administración de Magario tuviera dificultades para mejorar hospitales e infraestructura para la infancia. Que, por ejemplo, lo más probable era que los pequeños matanceros se vieran ahora obligados a empezar el colegio directamente en primer grado. "No vamos a hacer ni un jardín de infantes, pero por lo menos no estamos endeudados", reflexionó. Feletti apuntaló el segundo concepto: dijo que tenían todas sus cuentas en orden.

La descripción de Giorgi fue más extensa y, desde la macroeconomía, bastante menos optimista que la de Feletti. Sobrevoló en todo momento, entre otras certezas, la noción de que las empresas que estaban allí tenían planes de reducción de personal y nulas posibilidades de expansión. Les preguntó incluso entonces si estaban despidiendo empleados. Como no había allí dueños sino directores, todos lo negaron. La funcionaria miró al representante de Acindar. "¿Ustedes no estaban suspendiendo gente de la planta?" La respuesta volvió a ser negativa y ella insistió: "Me lo dijo el sindicato".

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