Una dedicatoria musical

Dicen que un tropezón no es caída. Pero toda regla tiene su excepción. Días atrás, antes de un concierto de la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, el bandoneonista Néstor Marconi (que es uno de los directores de esta típica del tango en formato XL), estaba parado en el proscenio del escenario del Anfiteatro del parque Centenario cuando trastabilló y se fue al foso."Los muchachos decían que quise probar si podía volar", recuerda Marconi el comentario de los músicos de la orquesta y se ríe. Por suerte, no se compró el foso ni el escenario como esos niños que se compran la vereda con un porrazo tras una mala maniobra con la bicicleta. Lo de Néstor -que ya no es un niño- fue sólo un golpe fuerte en la rodilla que no dejó lesiones. Goza de buena salud. Cómo su música.-Néstor, ¿con la música del nuevo disco también quisiste volar?-Siempre se hace el intento. Mientras uno va componiendo y orquestando busca cierto vuelo que es a puro sentimiento. Pero el público será el que diga si volaste o no. Lo que sé de este disco es que es algo que me debía.Más allá de un CD en solitario para una colección de álbumes dedicados al bandoneón, pasaron casi diez años para que Marconi editara un nuevo disco con su grupo y sus temas o versiones de clásicos. El flamante CD que presenta esta noche es Robustango, lo registró con su quinteto y es una especie de gran dedicatoria."Antes había compañías que te contrataban. Ahora uno se produce su propios discos. Lo que me pasó es que me había dejado estar...

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