En declive: se derrumba el califato de Estado Islámico, pero no su poder de fuego

PARÍS.- Los jihadistas radicales de Estado Islámico (EI) y sus grupos afines que combaten en Siria e Irak nunca parecieron tan cerca de la derrota militar como en este comienzo de año. Pero los occidentales lo saben: la ideología que anima su acción sobrevivirá a través de su diáspora terrorista, dispuesta a cobrarse venganza en Europa.

"Este año será el de la victoria contra el terrorismo", dijo esta semana el presidente francés, François Hollande, al visitar el frente de operaciones de la alianza occidental cerca de la ciudad iraquí de Mosul.

Después de cuatro años de guerra, atentados, asesinatos y muertes, esa profecía tiene grandes posibilidades de cumplirse. El terrorismo radical sunnita -compuesto esencialmente por las fuerzas jihadistas en Siria e Irak, incluido EI- está militarmente al borde de la derrota.

Si bien aún resisten en ciudades importantes como Idlib o Raqqa, en Siria, su situación es cada vez más frágil, teniendo en cuenta la intensidad de las ofensivas lanzadas por el régimen del presidente Bashar al-Assad y Rusia, por un lado, y los bombardeos de la coalición internacional liderada por Estados Unidos por el otro.

Lo mismo sucede en el caso de la ciudad iraquí de Mosul, aunque EI logró hasta ahora mantener su posición militar a pesar de la ofensiva lanzada el 17 de octubre por una coalición formada por fuerzas chiitas de Irak, peshmergas kurdos, algunos efectivos de élite turcos, varias decenas de consejeros franceses y norteamericanos, y los aviones de la coalición internacional.

El avance de esa alianza se realiza a un ritmo mucho más lento de lo previsto no sólo por la tenaz resistencia que oponen los hombres del autodenominado califa Abu Bakr al-Baghdadi, sino también porque usan a la población como escudos humanos. Pese a todo, la frágil situación de EI no podrá resistir la segunda parte de la ofensiva que acaba de comenzar.

En forma simultánea, los kurdos rodearon Raqqa a fin de preparar el asalto final de la "capital" simbólica del califato en Siria, que comenzará apenas termine el ataque contra Mosul.

Esas dos ciudades, más algunas pequeñas localidades aisladas en Siria, son las últimas posiciones que le quedan a los terroristas de EI. El grupo incluso parece haber perdido definitivamente Libia, donde en su mejor momento había llegado a implantar de 2000 a 3000 combatientes sobre una franja costera de 250 kilómetros de largo y 50 de profundidad en torno de la ciudad de Sirte, más otros bolsones ubicados en las...

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