La última y decisiva carta de Ramón Díaz

La decepción de este River comandado por Ramón Díaz ya sabe de muchos partidos, pero hasta la semana pasada el entrenador no daba muestras de entender que estaba en su momento más vulnerable. Hace siete días aceptaba revisar las cifras de su contrato, aunque no negociaba la extensión del vínculo; expresaba: "Vamos a respetar los dos años firmados". Por entonces, la esperanza no estaba dañada y nuevos desafíos se presentaban por delante, pero perdió con Racing y... La vigencia de las ilusiones quedó en discusión. Lo demuestran las últimas horas de Ramón, que instaló la duda sobre su continuidad bajo la sostenida intención de encontrar respuestas, respaldos y lealtades en sus dirigidos, y en otros eslabones del club, como por ejemplo los hinchas y los futuros dirigentes."En este club tenés que ser protagonista; si no, no te podés quedar. Es una campaña muy mala, hay una diferencia enorme con el semestre anterior. Todo lo que se planificó, salió mal. Vamos a tener que mejorar, que esto dé un vuelco, si no, nos vamos a tener que ir. Este semestre ocurrieron cosas increíbles, quedamos fuera de todo. No me gusta la situación en la que estoy porque nunca me pasó", fueron las palabras más esclarecedoras del momento que atraviesa Ramón Díaz como entrenador de River. Lejos del "soy riojano, caudillo y tengo huevos" , que declaró después de la eliminación con Lanús por la Copa Sudamericana. "Cuando termine el campeonato voy a tomar una decisión. En ningún momento vine para hacerle daño al club y la decisión va a ser la mejor para todos. Que la gente entienda que lo voy a analizar", manifestó Ramón Díaz en la conferencia de prensa que brindó ayer al mediodía tras el entrenamiento en el predio de Ezeiza.Después de la caída por 1 a 0 ante Racing, los principios futbolísticos y la fortaleza anímica de Ramón se encontraron con la realidad de un equipo que no le entrega señales positivas en el campo de juego. Los que estaban no fueron impulsados a superarse y los refuerzos, los que pidió más los que aceptó, no funcionaron. El juego es cada vez más preocupante y la caída del rendimiento no encuentra su fin. Se muestra desorientado y los cambios (22 equipos diferentes en 23 partidos) no aportan una solución y producen suspicacias puertas adentro y afuera. Sus hombres de confianza cada vez son menos -salvo los casos de Osmar Ferreyra y Juan Carlos Menseguez- y...

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