Sin decisiones judiciales ni políticas, la toma de Merlo se encamina a ser barrio

Una escuálida guardia policial apostada junto a un semáforo de la ruta 1003 apenas permite recordar el impacto que tuvo la usurpación. La presencia de efectivos es mínima en las inmediaciones del predio de 60 hectáreas que fue tomado en Merlo el 21 de octubre del año pasado, una zona que estuvo sitiada a principios de noviembre por uniformados listos para dar el zarpazo hacia un desalojo que nunca ocurrió. Un hospital móvil con el color naranja que identificó la gestión del ex gobernador bonaerense Daniel Scioli, ubicado frente a la toma y a la vera de la ruta, es otro elemento que decora la escena. Según los vecinos de la zona, está vacío. A paso lento pero seguro, la iniciativa de unas 3500 familias que ocupan el lugar empieza a convertir en un precario barrio al inmenso terreno.

Aún sin decisiones políticas ni judiciales de peso, en la toma de la ruta 1003, o barrio Nueva Esperanza, como fue bautizado, los moradores empezaron a mejorar sus casas, instalaron un improvisado tendido eléctrico, abrieron calles y esperan concretar conexiones de agua. Como otros predios tomados, el de Merlo asoma como una nueva barriada del conurbano.

"Desde un principio se trató de marcar terrenos iguales para todas las familias para no tener conflictos, dejar espacios para calles anchas, que no hubiese pasillos, para que realmente esto sea un barrio", dice a LA NACION Anahí Benítez, vecina de la toma y una de sus delegadas. Benítez milita en el Frente Darío Santillán, es docente y vive en el lugar con su pareja y su hija. "Llegamos con una carpa y, de a poco, nos fuimos instalando. Hoy tenemos un rancho con un techo, que no se llueve. La mayoría de los vecinos intentó mejorar", explica. Las mejoras son notorias en algunos sectores del predio, que mezcla viviendas sociales sin terminar con precarias casillas.

Pablo Guaitima tiene 40 años, trabaja en Telefónica y dice que llegó al lugar para ayudar a su cuñado, que estaba tomando un terreno, y se quedó él también. "Esto iba en contra de mis principios. Tenía una pelea dentro mío, porque las cosas se ganan con trabajo. Pero me vine", cuenta Guaitima. "Estoy con excavaciones, poniendo los palos para comenzar con la construcción de mi casita. Hay gente que ya empezó a hacer los pozos ciegos y vamos a arrancar con el agua", describe.

Sin competencia

En lo judicial, no se definió la competencia entre la Justicia federal y la ordinaria. Según pudo saber LA NACION de fuentes de los tribunales de Morón, nunca existió...

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