Decadencia y crisis moral

Crisis moral; desconocimiento incluso de los fallos del más alto tribunal; falta de apego a la ley y de sanciones que, por insistentes, parecieran que terminan siendo aceptados socialmente; ausencia de controles; la construcción de un relato peligrosamente ficcionado de la realidad y el despojo de las libertades más elementales son apenas algunos de los comportamientos a los que diariamente nos estamos acostumbrando los argentinos. No son nuevos, es cierto, pero se han venido profundizando en el contexto de un pueblo casi anestesiado al ver caer sus reclamos sistemáticamente en saco roto.La confiscación de YPF a los socios españoles bajo el dudoso paraguas de la recuperación de una soberanía nacional que no estaba cuestionada; el impulso oficial a una reforma electoral sospechada de maniobras fraudulentas para favorecer e incrementar el clientelismo prebendario, y el elusivo monólogo del vicepresidente, ante periodistas acallados ex profeso, para intentar despegarse de la investigación judicial por tráfico de influencias en el caso de la ex Ciccone, llevándose puestos con su arenga al procurador general de la Nación y al juez que entendía en la causa, indican que más que de una crisis estamos siendo espectadores de un drama institucional, de una decadencia que se ahonda desde hace décadas.Amado Boudou no es el único exponente de la crisis moral, pero la ha venido representando con creces. No bastó con que forzara la salida de funciones del procurador Esteban Righi, a quien acusó bastante a destiempo de haberlo tentado con facilitarle las cosas en la Justicia. En tanto, el candidato de la Presidenta para sucederlo como jefe de los fiscales, Daniel Reposo, carece de los méritos personales y profesionales más elementales para ocupar ese cargo, amén de haberse comportado explícitamente como un puntero más de la militancia kirchnerista.El juez Daniel Rafecas acaba de ser apartado del caso Ciccone por decisión de la Cámara Federal a pedido de José María Núñez Carmona, amigo y socio del vicepresidente. A Rafecas se le cuestionó su "pérdida de imparcialidad" a partir de que se conocieron intercambios de mensajes con quien alguna vez había sido amigo del juez, el abogado Ignacio Danuzzo Iturraspe. En ellos, Rafecas quedaba mal parado, pues aparecía aconsejando en privado al allegado a un investigado. Más allá de la actitud cuestionable del juez, su amigo, el abogado, el que trocó amistad por moneda, difícilmente consiga que otro amigo se le sincere en el futuro si...

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