El ser y el deber ser

AutorEduardo Morón Alcain
Cargo del AutorAbogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales
Páginas143-173

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Se da un abismo insondable entre el ser y el deber ser, sacar conclusiones normativas del ser es "la falacia naturalista" .

Aserción fundada de diversas maneras por muchos autores modernos de escuelas posteriores a

D. Hume, I. Kant y G.E. Moore

En el ser está todo el deber ser.

Joseph De Finance

Todo deber ser se funda en el ser.

Josef Pieper

Por las frases concluyentes, y a la vez tan contradictorias entre la primera y las dos últimas, se advierten de inmediato las posturas en sí inconciliables que se dan en este, más que importante, esencial tema: la relación entre el ser y el deber ser. ¿Se le está negado en absoluto al sujeto humano extraer del ser, de la realidad, de la naturaleza humana, lo que debe obrar individual y socialmente?, y entonces, si es así, ¿de dónde obtendrá sus reglas de acción: de su sola razón, de su único querer volitivo, de sus emociones o del consenso con los demás hombres? Este punto ha signado capitalmente las consideraciones éticas, jurídicas y, en general, de la filosofía práctica de los últimos siglos; hasta ha llegado a frenar las conclusiones de muchos que aun aceptando los principios de una filosofía tradicional heredera de los helenos, no se han atrevido a expedirse claramente sobre las coherentes conclusiones que han de sacarse de ellos. Page 144

A La falacia naturalista

Consideramos que puede ser útil transcribir el conocido texto en el que David HUME plantea agudamente la cuestión que posteriormente se diera en llamar la "falacia naturalista": "No puedo menos de añadir a estos razonamientos una observación que puede quizás ser estimada de alguna importancia. En todo sistema de moralidad que hasta ahora he encontrado, he notado siempre que el autor procede durante algún tiempo según el modo corriente de razonar, y establece la existencia de Dios o hace observaciones concernientes a los asuntos humanos, y de repente me veo sorprendido al hallar que en lugar de los enlaces usuales de las proposiciones es o no es, encuentro que ninguna proposición se halla enlazada más que con debe o no debe. Este cambio es imperceptible pero es, sin embargo, de gran consecuencia, pues como este debe o no debe es una nueva relación o afirmación, es necesario que sea observada y explicada, al mismo tiempo debe darse una razón para lo que parece completamente inconcebible, a saber cómo esta nueva relación puede ser deducción de otras que son totalmente diferentes de ella, ya que los autores no usan comúnmente de esta precaución debo recomendarlas a los lectores, y estoy persuadido de que esta pequeña atención acabará con todos los sistemas corrientes de moralidad y nos permitirá ver que la distinción de vicio y virtud no se funda meramente en las relaciones de los objetos ni se percibe por la razón".202

Se ha dicho, y con bastante razón, que "esta idea provocó una verdadera revolución en la ética posterior a él (y que) a partir de ese momento se volvió imposible una ética como ciencia del auténtico fin de la vida del hombre y del camino hacia su posesión", y que éste "es también uno de los problemas fundamentales de la filosofía del derecho".203

Pero a pesar de su aparente claridad, también en esto "se ha discutido mucho acerca de la interpretación de este texto de Hume"204. En su Historia de la ética ya citada, MACINTYRE, en la cual califica a HUME como "el más grande de los moralistas ingleses" manifiesta que "una lectura del pasaje no nos aclara si él afirma que el paso del ser al deber ser exige un gran cuidado, o si señala que de hecho es lógicamente imposible", asimismo añade que en su propia filosofía moral el empirista inglés "efectúa claramente ese Page 145 tránsito que él mismo estima indebido"205. Ratificando lo anterior, leemos en otro autor - cuyo trabajo sobre este tema específico tuvo mucha repercusión, y citando a un intuicionista (BROAD)- que HUME "trae definiciones naturalistas de virtud y vicio, de bien y mal"206.

Sólo nos referiremos a dos muy importantes autores: uno, filósofo, y el otro, filósofo del derecho, para simplemente señalar el gran predicamento que tuvo el argumento de HUME al respecto. Sabemos lo mucho que ha influido en KANT el pensamiento del filósofo escocés, pero el de Könisberg retomará algunos temas como éste y el de la causalidad, y les dará una fundamentación más filosófica con su concepción de lo a priori de la razón pura teórica y práctica que quedan escindidas. Afirma que nada empírico de la naturaleza, según la entiende él, ha de descalificar a la pureza del deber como imperativo, sea categórico, sea condicional. En lo jusfilosófico, y para citar sólo a uno de los más calificados de este pensamiento en el siglo XX, Hans KELSEN, bien sabemos que él no sólo hace la distinción sino también, la total separación entre las ciencias de la naturaleza y las normativas, estableciendo para las primeras los principios de causalidad, y el de imputación para las normativas, y añadiendo que las de la naturaleza sólo describen a su objeto y son del orden del conocimiento, y que las segundas "son un acto de la voluntad".207

La expresión "falacia naturalista" en realidad proviene de George E. MOORE, quien con Principia ethica (1903) tuvo una profunda influencia en el terreno de la ética filosófica. En ella plantea la cuestión con una temática diferente de la de HUME: "definir lo -'bueno-' es (la interrogación) más fundamental de toda la ética"; él entonces piensa que "bueno" es una noción simple como lo es "amarillo", que no es analizable ni, por tanto, definible. No siendo objeto de ninguna definición "no hay nada que de tal manera sirva de sustituto a bueno".

Transcribimos lo que dice el autor sobre esto que él considera sofisma: "Puede ser verdad que todas las cosas que son buenas son también algo más, tal como es verdad que todas las cosas amarillas producen una cierta clase de vibración lumínica. Y es un hecho que la ética pretende descubrir cuáles son aquellas otras propiedades que pertenecen a las otras cosas buenas. Pero un enorme número de filósofos han pensado que, cuando nombran esas otras propiedades, están definiendo -'bueno-' realmente, y que Page 146 no son de hecho, -'otras-' sino absolutamente y enteramente iguales a la bondad. A esta postura propongo que se llame -'falacia naturalista-' ", y también páginas más adelante expresa: "Si (se) confunde -'bueno-' que no es, en el mismo sentido, un objeto natural con cualquier objeto natural, hay razón para llamar a esto falacia naturalista"208. La obra de MOORE es densa y se explica que haya tenido tanta repercusión.

Sin entrar a discutir todas las afirmaciones de MOORE, sólo señalaremos algunos aspectos con los cuales no coincidimos y que nos indican algunas respuestas a su planteamiento.

1) Podríamos suscribir lo de indefinible de bueno, pero no porque sea bueno como el color amarillo, objeto sólo de una percepción del sujeto indivisible en partes y equivalente a vibraciones lumínicas. Si asentimos en lo no definible de bien es únicamente porque, como sabemos, siendo convertible con el ser pero en cuanto éste es deseado o apetecible (ens et bonum convertutur), el bien por sí mismo tampoco puede ser objeto de definición, y esto con primerísima razón, por cuanto no hay género mayor que lo abarque ni diferencia específica que no sea igualmente ser, aunque al bien sí podemos caracterizarlo como "lo que todos desean", como lo asienta el de Estagira al comienzo mismo de su Ética a Nicómaco, es decir, una caracterización de la existencia del bien y su apetecibilidad por parte de todos.

2) Además leemos que bueno no es un objeto natural. Ahora bien, para esplicar esto en el capítulo V de su libro, al referirse a la ética metafísica, nos aclara lo que entiende por "metafísica": "Califico prominentemente de -'metafísicos-' a esos filósofos que más claramente han reconocido que no todo lo que es, es -'objeto natural-' ", y aunque parece reconocerles algún mérito a dichos filósofos, enseguida nos aclara que, aunque se han ocupado de esa otra clase de los objetos naturales como son los hechos mentales, también lo han hecho con "la clase de objetos o de propiedades de objetos que ciertamente no se dan en el tiempo, que no son, por ende, partes de la naturaleza y que, de hecho, no existen en absoluto. A esta clase, como he dicho, pertenece lo que damos a entender con el adjetivo -'bueno-' "209. Creemos tener clarificado ahora lo que se ha querido entender por la principal palabra en cuestión; siguiendo sus propias expresiones, es un término que hace referencia a lo "no natural", es metafísico y que, por tanto, no existe en absoluto, sólo es un todo inseparable con lo que así parece adjetivar. Page 147

Sobre esto mismo, consideramos necesario atender a lo que nos enseña ARISTÓTELES sobre el bien (ágaton), en el que sostiene también sobre la analogía del mismo. Con mayor amplitud sobre la concepción del bien en este filósofo se tratará más adelante.

3) Un comentarista, sobre el tema de la definición de lo "bueno", nos dice que "la objeción (de MOORE) es que el definiense y el definiendum de una definición naturalista son sinónimos"210. Aun teniendo en cuenta la identificación total de aquello que es bueno con bueno en general, que el filósofo inglés hace cuando dice que "algo es bueno", rigurosamente aquí no habría definición como lo piensa el que hace el comentario, opinamos que puede haberse deslizado algún error que la lógica no permite. En efecto, si decimos que "el placer es un bien o que es bueno", y lo...

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