El debate sobre la dolarización

Através de sucesivas reformas, la moneda argentina lleva perdidos 13 ceros desde la creación del peso moneda nacional. Se deben computar ya 72 años de inflación con la sola excepción del período 1992-2001, cuando rigió la convertibilidad. Si hoy regresara al país un distraído nonagenario que lo hubiera visitado en 1946 y trajera la moneda de 20 centavos que le había permitido tomar un café, alguien le podría hacer el cálculo de que hoy necesitaría 250 millones de camiones cargados con 20 toneladas cada uno con esas monedas, si se hubieran mantenido en circulación. Puestos uno detrás de otro la fila de camiones daría 25 vueltas al ecuador terrestre. Se comprende por qué el peso ha perdido uno de los atributos propios de las monedas: el de ser reserva de valor. Junto con este se ha debilitado otro atributo, que es el de servir de unidad de cuenta.Estas circunstancias, así como el largo tiempo que le ha dado carácter de cronicidad a la inflación, han llevado a algunos respetados economistas a proponer la dolarización. Es decir, y, a partir de allí, utilizar exclusivamente esa moneda. Especialistas como Alejandro Estrada o Roberto Cachanosky han hablado a favor de esta posibilidad. La tesis de los partidarios de este cambio es que al emplear una moneda estable, que el Gobierno no puede emitir, se terminaría la inflación y se obtendrían las ventajas que ello supone.Existen, sin embargo, otras razones para desconfiar de este razonamiento. Si la inflación tiene su causa de fondo en el desequilibrio fiscal, cabría preguntarse por qué este desaparecería con el mero cambio de moneda. Una respuesta podría ser: porque al no poder emitir, el Gobierno equilibraría obligatoriamente su presupuesto. Pero no parece ser esta una respuesta correcta, dado que los gobiernos pueden endeudarse. Eso fue lo que ocurrió durante la convertibilidad, cuando legalmente el Banco Central solo podía emitir para adquirir dólares manteniendo así el respaldo de toda la base monetaria. Esto le permitía asegurar que quien quisiera convertir un peso por un dólar siempre lo pudiera hacer. Se logró de esa forma la estabilidad, pero al no alcanzarse el equilibrio fiscal, aumentó gradualmente la deuda pública. Subió así el riesgo país y, consiguientemente, la tasa de interés. Finalmente, se cayó en default no sin antes pasar por una corrida bancaria que debió neutralizarse con restricciones como el "corralito". De esta forma se afectó la actividad económica y la paz social. Se podrá...

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