Cuando el cupo reemplaza la idoneidad

Cuando falta menos de un mes para las PASO, que se realizarán el 13 de agosto, las columnas de los diarios y los espacios de radio y televisión rebosan de comentarios críticos sobre la futilidad y lo oneroso de una consulta de esa naturaleza. Las especulaciones reales se centran, como no podía ser de otro modo, sobre lo principal, que son los comicios generales por realizarse el 23 de octubre. Es natural que así sea: la ansiedad colectiva se vuelca hacia el rastreo de datos anticipatorios de lo que pueda suceder en el porvenir inmediato.

¿No sería, sin embargo, tan importante como eso, o más, procurar establecer las tendencias generales que anidan en la sociedad, pero a mediano y largo plazo? O sea, reflexionar sobre la proyección hacia adelante del infinito número de encrucijadas por las que hemos atravesado desde 1930, insistir sobre las razones de tan absurdas reincidencias y de la imposibilidad, hoy mismo, de sostener por más tiempo un Estado que gasta lo que no tiene y se endeuda alegremente, con el riesgo en algún momento de recaer en la cesación de pagos. Un esfuerzo de introspección colectiva, que haga meditar en serio a importantes franjas sociales desentendidas del grado de la corrupción aterradora que llegó a haber en la administración del país y de lo que significa pretender la perpetuación de un déficit fiscal enorme o bajar los brazos frente a la degradación evidente de la educación pública.

Es verdad que no hay mercados sin un Estado eficiente que arbitre en la puja entre los más diversos sectores sociales y haga cumplir la ley que asegure el orden básico de la sociedad y los derechos y garantías individuales establecidos por la Constitución. Pero ¿acaso nos reconocemos en la vida cotidiana por un Estado de esa jerarquía o, más bien, por la monstruosa construcción de una sociedad que ha agigantado el Estado en términos asombrosos a fin de que sus actores más influyentes succionen de las debilitadas fuerzas del erario público lo que no saben o no quieren producir por sí mismos? A los males de muy antigua data, que siguen en pie, se han ido sumando otros, sobre la base de que el Estado debe conceder de cualquier manera lo que no se logra por aplicación del principio de igualdad ante la ley o por méritos personales.

Al paso actual, se va a vaciar de contenido un artículo excepcional de la Constitución nacional, que ni siquiera contemplaron quienes en 1787 dieron a los Estados Unidos la gran Constitución que los rige. Es el...

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