El cupo y el elástico

"El cambio que pedimos es positivo para repensar la política."

(De la diputada Alicia Ciciliani, del Frente Amplio Progresista)

Ni tan bueno ni tan malo. Ni San Cupo ni Satanás con polleras. La incorporación por ley de un mayor número de mujeres en las listas de candidatos a cargos electivos -buscan pasar del 30% actual a la paridad: 50% de mujeres y 50 de hombres- vuelve a sacudir el avispero como ocurrió en 1991 cuando se sancionó la ley en vigor. "Discriminación positiva", bramaban las impulsoras de aquel proyecto al justificar la obligación de cubrir lugares de la política con un mínimo de mujeres. Veinticinco años después, y tan sólo en lo que va de 2016 ya se presentaron 19 proyectos para asegurar una mayor presencia femenina en el Congreso, en la Corte, en el gabinete, en juzgados y hasta en la fórmula presidencial.

Y, como hace un cuarto de siglo, afloran las críticas: ¿si la ley no dio los frutos esperados, es útil ampliar el cupo?, ¿todas las mujeres que acceden a bancas las merecen?.

Muy probablemente alguien reaccione diciendo que está claro que no todos los hombres que tienen cargos son meritorios y que, con la incorporación de la mujer a las cámaras legislativas fue posible convertir en ley temas vinculados con su condición de género, que antes no interesaban: salud sexual, reproducción , trata de personas, femicidio...

Del elástico del debate tironean quienes suscriben la teoría de Diana Maffía, que allá por 2012 ya consideraba que "sólo a partir de...

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