La cultura en la sociedad plural

AutorCarlos Alberto Scarponi
Cargo del AutorDoctor en Teología. Profesor de Ética Filosófica en la Facultad de Teología, Pontificia Universidad Católica Argentina (U.C.A.). Profesor titular Cátedra Juan Pablo II (U.C.A.)
Páginas217-239
LA CULTURA EN LA SOCIEDAD PLURAL
Carlos Alberto Scarponi*
I. PLURALISMO DE FACTO E IDEOLOGÍA DEL PLURALISMO ABSOLUTO
1. Pluralismo de facto, regla de oro y democracia
El fundamento de toda sociedad democrática, su núcleo sustancial,
es la “regla de oro” que se encuentra en todas las grandes tradiciones
morales de la humanidad. En la tradición hebrea era formulada así: “no
hacer al prójimo todo lo que no quieres que te sea hecho a ti”. En la tra-
dición budista: “no herir a otro de un modo que te pudieran herir a ti”.
En la tradición hindú: “esta es la síntesis del deber: no hacer a los otros
lo que haría mal a ti”. En la tradición de Confucio: “he aquí la máxima
segura del amor: no hacer a los otros lo que no quieres que ellos te hagan
a ti”. En la tradición islámica: “ninguno de ustedes es un creyente si no
desea para su hermano lo que desea para sí mismo”. Y, en el cristianis-
mo, según una perspectiva universal y positiva: “todo cuanto quieran
que les hagan los hombres, háganselo también ustedes a ellos; porque
ésta es la Ley y los Profetas” (Mt 7, 12). También el pensamiento filosó-
fico, que ha dado origen a la tradición moral secular en occidente, con
Kant dice: “no harás a los otros lo que no querrías que ellos te hicieran
a ti”.
Esta concordancia de tradiciones morales tiene su fundamento
último y su razón de ser en “el hecho de que el imperativo del amor al
prójimo ha sido grabado por el Creador en la naturaleza misma del
hombre”.1 Sin usar la expresión “ley natural”, el Papa está dando una
* Doctor en Teología. Profesor de Ética Filosófica en la Facultad de Teología,
Pontificia Universidad Católica Argentina (U.C.A.). Profesor titular Cátedra Juan
Pablo II (U.C.A.)
1 Benedicto XVI, Deus caritas est, 31.
cuartas gentile.pmd 29/01/2014, 12:46217
218 INSTITUTO ARGENTINO JACQUES MARITAIN
formulación muy original y diría universal de la misma a la luz de la
“regla de oro” que se refiere al “amor al prójimo”.
El mandamiento “no matarás” representa la expresión elemental,
mínima y sintética de esta regla de oro, que está en la base de las gran-
des tradiciones morales de la humanidad y de su ordenamiento social.
El deber moral de respetar la vida física de todo hombre tiene su corres-
pondencia, en el orden social, en el derecho de cada uno a ser jurídica-
mente tutelado en su propio derecho fundamental a la vida.
Solo cuando se ha sancionado y garantizado este contenido funda-
mental, se puede hacer valer en la sociedad el pluralismo: el libre deba-
te de las opiniones, según las reglas democráticas de la mayoría, puede
desarrollarse sin peligros únicamente cuando es previamente recono-
cido el primordial derecho a la vida de todos y de cada uno, así como los otros
derechos esenciales inviolables, que forman parte de la dignidad de la
persona humana como tal. Cuando una sociedad pone en discusión este
reconocimiento del derecho a la vida y de los demás derechos inviolables,
toma un camino abierto a la perversión de su naturaleza democrática.
2. Pluralismo relativista y totalitarismo
La Evangelium vitae retoma un juicio histórico que Juan Pablo II ya
había expresado en otros documentos: donde la democracia se alía con
el relativismo ético, considerando todo como convencional y negocia-
ble incluso el derecho a la vida, allí, la democracia, camina hacia el
totalitarismo (cf. Centesimus annus 46; Veritatis splendor 101).
La sociedad occidental moderna tuvo una primera fase de separación
de la moral privada de la moral pública. Mientras la moral privada del
pueblo permanecía tradicionalmente cristiana en sus valores, se tra-
taba de secularizar la moral pública: separándola de referencias explí-
citamente confesionales, la vida pública de la sociedad estaba funda-
da en una moral de origen puramente racional: el iusnaturalismo. El
equilibrio podía funcionar en la medida en que algunas evidencias
éticas fundamentales eran aseguradas en la conciencia de todos y no
eran puestas en discusión.
La segunda fase de evolución de la sociedad occidental moderna es
aquella que ve corromperse siempre más también la moral privada de
inspiración cristiana, con el prevalecer de un “liberalismo de masa” y
de una “irreligiosidad” difusa. El ideal de sociedad opulenta produce un
tipo de hombre satisfecho en sus necesidades primarias, pero siempre
cuartas gentile.pmd 29/01/2014, 12:46218

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR