Cuidar la aptitud de aprender

Una grave deuda social se acentúa en la medida en que crece la pobreza en el país. Las necesidades básicas insatisfechas redundan en perjuicio de los hijos, que carecen no sólo de adecuada alimentación, sino también de la dedicación de sus padres (cuyo nivel de educación es, también, bajo) para protegerlos, apoyarlos en su crecimiento y estimularlos tempranamente en el despertar de la inteligencia.Por eso es tan importante que la opinión pública esté enterada de este problema social y de que hay científicos locales que están trabajando para estudiarlo en profundidad. En efecto, en ámbitos que sufren esas condiciones en esta ciudad, Gran Buenos Aires y Salta, se apostaron equipos de científicos de la Unidad de Neurobiología Aplicada del Cemic-Conicet para investigar cómo la incidencia de los factores adversos que acumula la pobreza afecta el desarrollo infantil cognitivo.El estudio realizado, cuyo primer autor es el doctor Sebastián Lipina y en el que también colaboraron Soledad Segretin, Julia Hermida, Lucía Prats, Carolina Fracchia y Jorge Colombo, permitió detectar con claridad, dentro de los muchos factores existentes, la relación entre los bajos rendimientos de los niños en las pruebas que se les administraron y la insuficiente capacidad de los padres para darles ayuda material y compañía en la etapa de alfabetización.He aquí un ejemplo que puede explicar las penurias de esos chicos: en los primeros años no tuvieron nunca nadie cercano que les haya leído cuentos apropiados para su edad. Algo más resultó de las investigaciones cumplidas: a través de pruebas que evalúan el modo de operar de las funciones neurocognitivas pudo establecerse la existencia de un déficit que reduce las posibilidades de los logros de la inteligencia, sea para trazar sencillos planes, no reiterar errores, detenerse para responder con acierto a una situación. Tienen dificultades para autorregular la actividad mental.Esas limitaciones podrían superarse con un plan...