El trabajo de cuidado. Invisibilidad e inequidades de género en la Argentina actual

AutorCarla Zibecchi
CargoSocióloga, Magister en Políticas Sociales y Doctora en Ciencias Sociales

I. Introducción

Como destaca la reciente publicación del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA, 2012), un rápido recorrido por los avances normativos y la formulación de políticas en torno a la agenda de los derechos humanos de las mujeres en la Argentina pone en clara evidencia avances que deben ser celebrados. Desde el año 1993 –momento refundacional de la llegada de la democracia- se logró la sanción de la normativa del divorcio vincular; la patria potestad compartida entre ambos progenitores; la legislación para la protección de las mujeres que sufren distintas manifestaciones de violencia en sus relaciones interpersonales; la ratificación de los tratados internacionales y regionales de protección de derechos humanos (más tarde, además, incorporados al texto de la Constitución reformada en el año 1994); las acciones positivas para asegurar la presencia de una cantidad mínima de mujeres en espacios legislativos de decisión; las leyes de derechos sexuales y reproductivos; entre otros (ELA, 2012).

Sin embargo, pese a todos estos avances sustantivos, existen problemas que imposibilitan la igualdad de oportunidades real entre mujeres y varones, afectando el ejercicio real de los derechos ciudadanos en democracia. Estos problemas no constituyen ya una lista interminable, como cuando la democracia regresó al país en el año 1993, sin embargo, no dejan de ser persistentes, problemáticos y profundos. Uno de estos temas el precisamente las responsabilidades de cuidado que asumen casi exclusivamente las mujeres.

Ahora bien ¿Qué es el cuidado? El cuidado es un término complejo y polisémico que involucra dimensiones materiales, culturales, simbólicas y subjetivas. Sin embargo, existen ciertos consensos que indican la importancia de comprender por cuidado a un conjunto de actividades necesarias para satisfacer las necesidades básicas para la existencia y desarrollo de las personas. Se puede decir, entonces, que se trata de actividades que sustentan a las personas, en el sentido de otorgarles los elementos físicos y simbólicos que les permiten vivir en sociedad. Además, existen diversos tipos de cuidado, considerando que existe tanto el cuidado directo (la actividad interpersonal de cuidado), la provisión de las precondiciones para que ese cuidado pueda realizarse (el trabajo doméstico necesario para proveer el ámbito y los instrumentos de cuidado). A su vez, las necesidades de cuidado pueden satisfacerse en el ámbito familiar, en el mercado o a través del Estado (Pautassi et al.2013).

Más allá de los debates en torno el tema, existen investigaciones que explican las razones por las cuales debe considerarse que el acto de cuidar es un trabajo: implica tiempo, desgaste de energía y genera valor. Todo el trabajo que las personas (en su gran mayoría mujeres) realizan en los hogares como tareas de cocina, de limpieza y cuidado de otras personas del hogar, se efectúa sin remuneración y sin que medie un contrato que establezca un valor y las responsabilidades y beneficios que conllevan dichas tareas. Sin embargo, tenga o no valor monetario, estos trabajos generan valor para la sociedad en gran escala y para quienes se benefician en forma directa (CEPAL, 2009)

A partir de distintas manifestaciones, son las acciones de cuidado las que permiten atender las necesidades de las personas dependientes (los niños y niñas, las personas adultas mayores, enfermas o con discapacidades) y también de quienes podrían auto-proveerse dicho cuidado. Sin embargo, y pese al lugar neurálgico que ocupa en la cotidianeidad de las personas y del desenvolvimiento de las familias, el cuidado no es un tema sobre el que se haya avanzado en la conciencia social respecto de su importancia y sus implicancias para facilitar el desarrollo de la vida diaria de mujeres, varones, las familias y las responsabilidades sociales que deben asumir diariamente. Menos aún ha entrado en la agenda de la política pública (Pautassi, et al. 2013). En este contexto, cobran relevancia los siguientes interrogantes que intentará abordar el presente artículo: ¿Cómo se distribuye actualmente entre los diversos actores de la sociedad: Estado, familias, mercado, ámbito comunitario? ¿Por qué perjudica la autonomía de las mujeres y sus derechos en un contexto democrático?

Una de las grandes dificultades que enfrenta Argentina a la hora de analizar la distribución y magnitud del trabajo reproductivo se vincula con la ausencia estadísticas e información sobre el tema. La relevancia del trabajo de cuidado (ya sea remunerado o no remunerado) en la reproducción social demanda sin duda de su cuantificación (Cerrutti y Binstock, 2009). Más allá de algunos avances que se han efectuado con algunas encuestas de tiempo (en el año 2005 para la Ciudad de Buenos Aires) -que tampoco han logrado mantener su periodicidad-, no se han verificado cambios sustanciosos en las mediciones.

Sin embargo, algunas tendencias son evidentes y contundentes. En este sentido, los estudios existentes coinciden en demostrar que en una semana típica el cuidado en el hogar tiene las siguientes características:

• La mayor parte de las mujeres participa en actividades de cuidado en los hogares y con alta frecuencia son las principales encargadas de cuidar. Los varones participan mucho menos y lo efectúan en espacios públicos (por ejemplo, llevan a los hijos a la escuela, al médico).

• En promedio, las mujeres llegan a dedicar a estas actividades el doble de tiempo que los varones, aunque se encuentren incorporadas en el mercado laboral.

• Las mujeres efectúan ambos trabajos (de cuidado en el hogar y en el mercado laboral) renunciando a tiempo para ellas mismas, tiempo de descanso y de ocio.

• El reparto de las necesidades de cuidado y la intensidad del uso del tiempo varían según la composición de los hogares. Claramente, este se intensifica y se incrementa con la presencia de niños y niñas en el hogar.

• Las redes familiares (abuelos/as y, en menor medida, hermanos/as y tíos/as) constituye una de las principales estrategias de cuidado de los hogares con niños y niñas. En estas redes familiares, las mujeres también desempeñan un rol patagónico.

• Se observa una baja participación del personal doméstico en el trabajo de cuidado de los hogares estudiados, lo cual es un indicador del bajo nivel de mercantilización de estas tareas y se circunscribe solo a los hogares de ingresos medios-altos y altos ingresos.

A continuación, y en función de la información disponible , se presenta en forma sucinta los principales servicios, instituciones y arreglos institucionales que constituyen la “oferta” de cuidado y que intervienen en la distribución social del cuidado en Argentina. La descripción pone particular énfasis en el cuidado de la infancia : (i) las que se vinculan con el sistema educativo (en especial guarderías y jardines maternales para la primera infancia y educación formal del nivel primario) e intervenciones asistenciales por parte de algunos Estados locales; (ii) el ámbito comunitario como un espacio particular que brinda servicio para las familias más modestas; (iii) servicios contratados en el mercado, entre los cuales se destaca la contratación de empleadas...

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