Cuestión de vida

"Para nosotros, los que vivimos lejos, que venimos del Sur y lo único que nos puede traer es Aerolíneas Argentinas, para nosotros, ésta es, casi les diría, una cuestión de vida."

(De Cristina Kirchner, en su mensaje a la Asamblea Legislativa.)

Convertida desde hace tiempo en una empedernida relatora de historias, la Presidenta, a fuerza de repetición de sus relatos, ha quedado atrapada en ellos. A tal punto que, en su afán por defender la gestión de Aerolíneas Argentinas, se ha presentado como una simple ciudadana de a pie y del interior profundo, pretendiendo que ignoremos que dispone de una flota aérea presidencial formada por tres helicópteros y cinco aviones, para trasladarse hasta Río Gallegos o su lugar en el mundo, El Calafate.

No ha debido padecer, al menos en los últimos 12 años, paros, demoras y otros trastornos que sufren los usuarios de las líneas aéreas. Mucho menos los agotadores periplos en ómnibus, medio de transporte que, aunque Cristina no lo sepa, utiliza la mayoría de los argentinos que viajan desde o hacia la Patagonia y que no pueden pagar los 5471 pesos que cuesta un pasaje aéreo regular de ida y vuelta entre Buenos Aires y la capital santacruceña. Tampoco sufre esos problemas un buen número de funcionarios, como Axel Kicillof y Héctor Timerman, que en noviembre último, para trasladarse a la reunión del G-20 en Australia, no tuvieron pruritos en alquilar un jet de lujo, de bandera suiza, al módico costo de 600.000...

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