Una cuestión de principios

Estamos en la antesala de un acontecimiento trascendental como es la elección del domingo, en la que se producirá la ratificación o un cambio en la conducción del poder que abarca no sólo a la presidencia de la República, sino, también, a la composición del Congreso de la Nación.

La integración de las cámaras legislativas es una cuestión de gran importancia, pues según se configuren podrá, o no, producirse una acumulación de poder que derivaría en una hegemonía absoluta del oficialismo. Si ello se concretara, se estaría ante un hecho que pondría en grave riesgo la integridad de la democracia consagrada en la Constitución. Tal temor se justifica porque la gestión kirchnerista se caracteriza por la eliminación de los controles, que favorece la impunidad ante la corrupción; la presión sobre los jueces, llegando hasta el incumplimiento de sentencias de la Corte Suprema de Justicia, y el relegamiento de la función legislativa, cuando se pretende que se aprueben las iniciativas de leyes del Poder Ejecutivo sin el pertinente debate por parte del Congreso, como ha ocurrido con la ley de presupuesto nacional de 2010, situación que se procura reiterar con el correspondiente al de 2011.

La realización del próximo comicio general, entonces, concita especial interés. De allí que resulte necesario analizar las diversas alternativas políticas que se le ofrecen a la ciudadanía. Nos referiremos a una de ellas: la que brinda el radicalismo, que se destaca, en ambas cámaras del Congreso, por tener la mayor representación política de la oposición.

La Unión Cívica Radical nació el 26 de junio de 1891 y desde entonces se erigió en un protagonista principal de los acontecimientos políticos e institucionales del país. Sancionó su carta orgánica el 17 de noviembre de 1892, en cuyo preámbulo se definió como una "asociación política esencialmente impersonal, a cuyas filas pueden ingresar todos los ciudadanos que quieran adherirse a su programa, formada para luchar por el resurgimiento de la vida institucional, que asegura a la patria su paz y progreso por el cumplimiento honrado de la ley, la pureza de la moral administrativa, el ejercicio efectivo de la soberanía popular y el amplio reconocimiento de la autonomía de los Estados (provincias) y de los municipios, bases fundamentales de nuestro sistema de gobierno y existencia nacional; considerando que en la presente situación el patriotismo aconseja dar organización permanente a los partidos de principios, pues su...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR