Cuesta abajo

Se atribuye al economista Simón Kuznets, la clasificación de los países en 4 clases: desarrollados, en vías de desarrollo, Japón y la Argentina. Inclasificables estos últimos, en virtud de sus peculiaridades únicas y opuestas entre sí. Alcanzado por dos bombas atómicas, devastado, sometido a arduas condiciones geográficas, Japón devino sin embargo una de las naciones más avanzadas y ejemplares del mundo. La Argentina, bendecida en mil maneras, insiste en cambio en su vocación de fracaso como un jugador compulsivo que apuesta siempre al mismo número de su suerte sin suerte hasta perderlo todo.

Simón Kuznets se refería a la conducta económica de las sociedades, pero el contraste entre Japón y la Argentina bien puede extenderse a otras dimensiones. Hoy, a la educación.

Desde 2020, rige en Japón el nuevo sistema educativo lanzado por el gobierno, con el que aspira a educar a niños y jóvenes para que sean mejores personas, auto percibiéndose no solo como japoneses sino también como ciudadanos del mundo. El programa de 12 años es revolucionario y valiente, pues se fundamenta en una profunda reflexión sobre el mundo y la realidad japonesa que insta a la sociedad a rever su propia idiosincrasia y efectuar cambios estructurales de su mentalidad. Esta admirable reestructuración del sistema educativo se propone capacitar a los estudiantes en las habilidades que les permitan ser independientes y prósperos: aritmética de negocios y computación, inteligencia artificial; pero también, lectura intensiva para el desarrollo de la inteligencia y del humanismo. Al cabo de los doce años, los estudiantes leerán una obra de la literatura universal por semana, con el consecuente debate de ideas y profundización en historia, arte, filosofía. La educación moral es básica y sostenida a lo largo de toda la extensión del programa. Se educarán en valores cívicos: el respeto a las leyes, al prójimo y a la naturaleza, la tolerancia, la ética que también se manifiesta en el lenguaje. De ahí la importancia otorgada a los idiomas, conscientes de la dificultad que los japoneses manifiestan para su abordaje. Estudiarán 5 idiomas además del japonés: una lengua latina, inglés, una lengua germánica, chino y árabe. Se conserva el estudio crítico de la tradición y la historia de Japón, y de lo que es su marca país: la belleza en la contemplación, en el lenguaje y en las conductas.

El objetivo es formar seres humanos valiosos capaces de convivir con toda diversidad. Japón asume sus...

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