Un cuento chino que va más allá de Kung Fu Panda

Cada día se abren en China 15 nuevas salas de cine. Imax planea instalar por lo menos 100 pantallas este año. En febrero último, la taquilla china superó los 1000 millones de dólares, un 50 por ciento más que en igual período de 2015. La realidad es más poderosa que cualquier héroe de ficción. Hasta la fuerza de Po, la estrella de Kung Fu Panda, y de sus amigos (Los Cinco Furiosos) parece endeble frente a estas cifras tan potentes. Y no parece casual que este éxito animado regrese con su tercera parte en este contexto fantástico, que supera cualquier previsión.

Los números, además, son premonitorios. Ya casi nadie duda de que China se convertirá en la primera mitad de 2017 en el mercado cinematográfico más poderoso del mundo. Hasta ayer nomás, no había quien se atreviera a cuestionar el liderazgo de Estados Unidos en ese terreno. De hecho, allí se alcanzó en 2015 un récord histórico de ingresos por boletería que superó los 11.000 millones de dólares por primera vez en la historia.

Pero estos imponentes números se empequeñecen frente al poderoso avance chino, que viene duplicando cada año los ingresos por entradas registrados en los doce meses anteriores. Los 6800 millones de dólares alcanzados en 2015 equivalen a un aumento interanual del 48,7 por ciento.

Esto quiere decir que se duplicó en apenas un año la concurrencia a los cines chinos. Asombroso. A la vez, la película The Mermaid se convirtió en la primera producción china de la historia en superar los 500 millones de dólares de recaudación en el mercado doméstico.

Por todas partes llegan cifras que certifican el incontenible poderío chino y corroboran que el cambio de liderazgo es inexorable. Estados Unidos sigue siendo hasta hoy el mercado de consumo cinematográfico más fuerte del mundo, pero la distancia que lo separa de China se redujo al mínimo histórico. El fenómeno hasta logró reducir distancias y fronteras: Kung Fu Panda 3 (cuyo estreno en la Argentina anuncia Fox para hoy) es la primera producción de un gran estudio de Hollywood que incluyó para su estreno en Estados Unidos un puñado de copias habladas en mandarín o con subtítulos en esa lengua. Así ocurrió en siete cines: tres de Los Angeles y los restantes en Boston, Chicago, Columbus (Ohio) y la bahía de San Francisco (California), donde residen enormes comunidades chinas.

Esta novedad refleja un aspecto decisivo del escenario globalizado en el que se mueve la industria del entretenimiento. Antes de cruzar el Pacífico e...

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