La cuenta regresiva de la explosión de Argentina

Los saqueos en el conurbano del 19 de diciembre de 2001 aceleraron la crisis que derivó en la caída de Fernando de la Rúa

¿Cuándo se activó la detonación? ¿Quién hizo estallar la Argentina? La crisis de 2001 destruyó un sistema de partidos, transformó el modelo económico y llevó la protesta social a niveles inéditos para la recuperación democrática. Pero toda explosión tiene una cuenta regresiva. Y dos décadas atrás, el temporizador se encendió con la respuesta del Fondo Monetario Internacional a los ruegos de Argentina.

El veredicto de Koehler

Hubo un llamado telefónico, un débil pulso eléctrico que entrelazó Buenos Aires con Washington en noviembre de 2001. De un lado de la línea, Jacob Frenkel, el lobista israelí del banco de inversión Merrill Lynch contratado por la Argentina para reestructurar la deuda y negociar ante el Fondo Monetario Internacional. Del otro lado, el director general del FMI, Horst Koehler , séptimo de ocho hermanos de una familia de granjeros alemanes, nacido en Polonia durante la ocupación nazi, que escapó de los tanques soviéticos, se crió en la Alemania comunista, huyó con su familia hacia Occidente antes de que se levantar el Muro de Berlín y vivió en un campo de refugiados. Y Frenkel y Domingo Cavallo intentan conmoverlo.

La conversación termina. El asesor israelí del gobierno argentino cuelga el teléfono. En el despacho presidencial, Fernando de la Rúa y el ministro de Economía, Domingo Cavallo esperan conocer la respuesta. La Argentina ruega por un desembolso de 1260 millones de dólares prometidos por el FMI. Pero la administración de George W. Bush y su secretario del Tesoro, Paul O’Neill, transmitieron la nueva doctrina al Fondo. No más salvatajes. De la Rúa y Cavallo escuchan como Frenkel busca palabras para explicar que los dólares no llegarán, que el Fondo les bajó el pulgar. Tienen que arreglárselas solos.

La Argentina avanzó decidida hacia la encerrona. En los noventa, Carlos Menem instrumentó la convertibilidad para frenar la inflación, los salarios en dólares crecieron y, durante años, oleadas de inversiones fluyeron hacia el país. A lo largo de la década del noventa, el peronismo aumentó el gasto público en dólares y se financió con endeudamiento y con la liquidación de empresas públicas, como la petrolera YPF, que fue vendida en 1992 con el voto de legisladores menemistas, pero también de kirchneristas como Oscar Parrilli. La convertibilidad era una máquina de ganar elecciones. Pero las empresas se acabaron y la Argentina no aumentó las exportaciones para compensar sus necesidades con ingresos reales. Y en 1998 llegó la recesión.

Domingo Cavallo y Carlos Menem en la Quinta de Olivos, en tiempos de convertibilidad

Una alianza de radicales y frepasistas triunfó en 1999 en las elecciones con la promesa de mantener la convertibilidad, un peso es un dólar, pese...

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