Cuenca Matanza-Riachuelo. Control de la contaminación

AutorMaría Isabel Hofer
PáginasAbogada, especialista en Régimen Jurídico de los Recursos Naturales, Profesor universitario Universidad John F. Kennedy, Univ. Ciencias Empresariales y Sociales y Posgrado U.B.A. “Carrera de Especialización en Régimen Jurídico de los Recursos Naturales”
Presentación de la Cuenca Matanza Riachuelo

La Cuenca Matanza Riachuelo está localizada al noroeste de la provincia de Buenos Aires.

Sus límites naturales son al norte la cuenca del Río Reconquista, al sur y oeste la cuenca del Salado y al este el Río de la Plata.

Comprende parte de la ciudad de Buenos Aires y de los municipios de Almirante Brown, Avellaneda, Cañuelas, Esteban Echeverría, Ezeiza, Gral. Las Heras, La Matanza, Lanús, Lomas de Zamora, Marcos Paz, Merlo, Morón, Pte. Peróny San Vicente.

El Riachuelo es un río de llanura con escasa pendiente y por lo tanto con poca velocidad. Tiene un largo de 70 km. aproximadamente y un ancho de 35 km.

En la cuenca viven alrededor de 3.500.000 personas, de las cuales aproximadamente 1.500.000 viven debajo de la línea de pobreza.

Principales fuentes de contaminación
  1. Efluentes de origen industrial

b) Efluentes de origen cloacal

c) Aguas pluviales y desagües

d) Residuos sólidos basurales

Principales consecuencias
  1. Deterioro de la calidad de vida de los habitantes de la cuenca

b) Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas

c) Contaminación atmosférica

d) Proliferación de insectos y roedores

e) Fomento de la actividad de cirujeo

Reseña sobre el origen de la contaminación del agua en nuestro medio

La localización de las primeras industrias a orillas del Riachuelono fue antojadiza sino que se originó en las viejas leyes de Indias que ordenaban que los establecimientos industriales estuvieren localizados aguas abajo de las ciudades. 2 Digamos que Buenos Aires fue insalubre casi desde el principio, las calles, los callejones invadidos por el agua perduraron casi hasta fines del siglo XVIII.

En 1821, se aprobó una ley que autorizaba la construcción del puerto de Buenos Aires. Para financiarlo, se contrató el empréstito Baring, que después sería gastado en otras cosas. Mediante la misma ley, se trajo al país un ingeniero hidráulico que diseñó un sistema de bombeo mediante tracción animal para llevar agua del río a un depósito elevado.

El citado profesional pidió ensayar la extracción de agua de la napa subterránea y defendió públicamente este punto de vista. El ingeniero Bevans, dice un diario de la época, "es de parecer que el agua que se encuentra en los pozos de esta ciudad, es puramente una filtración de las del río– y que deben hacerse experimentos para saber si a mayor profundidad del nivel de estos pozos, se encontrarán o no aguas manantiales". Agrega que en Londres el abastecimiento de agua es individual a partir del agua subterránea. "La prudencia exige se cabe y taladre la tierra en Buenos Aires hasta una profundidad considerable, antes de determinarse a establecer cualquier máquina costosa para abastecer la ciudad con aguas permanentes”. Este recurso "no sólo podrá abastecer la ciudad, sino también ser una fuente inagotable de riquezas para toda la campaña”.

Esta última frase es especialmente importante, porque, el desconocimiento del régimen de agua subterránea fue el principal factor limitante para el uso productivo y la ocupación estable de una amplia zona de la región pampeana. Es posible que el no haberse tomado en serio a Bevans haya significado un retraso de varias décadas en el uso de esos recursos naturales.

Otro factor que llevó a descartar aguas –esta vez de buena calidad– fue el haber utilizado el jabón como indicador de potabilidad. En efecto, se consideraba no potable el agua que cortaba el jabón, efecto que, como hoy sabemos, no guarda ninguna relación con su potabilidad.

Finalmente, esta contaminación del Riachuelo hubo de provocar alguna reacción de las autoridades. Así, los investigadores recuerdan que en 1822, con la firma de Martín Rodríguez y Bernardino Rivadavia, apareció un decreto que alejó del centro de la ciudad los depósitos de cueros y las fundiciones de velas, por los olores que emitían. También se mandó "al otro lado del Riachuelo" a los saladeros, fábricas de velas y curtiembres. Por esa época sólo se atendía la contaminación del aire, no a la del agua, ya que esos establecimientos continuaban arrojando sus desperdicios al Riachuelo, sólo que lo hacían un poco más lejos de las áreas más densamente pobladas. Va de suyo que no existía conciencia social alguna sobre el ambiente y tampoco sobre la calidad de vida de las personas.

La falta de agua potable provocó epidemias de disentería en 1859– la enfermedad se hizo endémica y reapareció en 1860, 1862, 1864 y 1868. También la fiebre tifoidea provocó mortalidad significativa hasta que se extendieron las redes de agua potable y cloacas. La proliferación de endemias se debió en gran medida, a los arroyos que cruzaban la ciudad.

En 1873 y 1886 aparecieron brotes de cólera en las bocas del Riachuelo que era un área habitada y lo es en la actualidad , por personas de escasos recursos y con condiciones ambientales insalubres. Con respecto a la fiebre amarilla era una enfermedad endémica en Río de Janeiro desde el año 1849. En 1857 devastó la ciudad de Montevideo y en 1958 hubo una pequeña epidemia en Buenos Aires. Era una enfermedad conocida a pesar de lo cual no se tomó ninguna medida, ni siquiera a partir de otra epidemia breve a principios de 1870.

Las lluvias excepcionales que provocaron el desborde del Riachuelo a fines de 1870 crearon cantidad considerable de pantanos y generaron las condiciones óptimas para la proliferación del agente transmisor de la mencionada enfermedad el mosquito (Aedes aegypti). La fragilidad ecológica de la ciudad de Buenos Aires y alrededores era tal que bastó una lluvia para matar a 13.000 personas. Como consecuencia de la fiebre amarilla se otorga un fuerte impulso a las obras de salubridad y agua potable, tanto en la capital como en el interior. Se inicia la construcción de las obras, según el proyecto presentado por el Ingeniero Bateman en 1869.En 1871 se construye un tanque de 1100 metros cúbicos en Plaza Loria que era muy insuficiente para hacer frente a la demanda.

Las autoridades (Municipalidad de la Ciudad de Bs. As.) tomaron medidas de higiene después de la precitada y penosa situación, destinadas a lograr un control aunque sea más elemental de las formas de contaminación del agua y de un control sanitario de los pobres. En tal sentido, se destacan los siguientes actos de gobierno: el 27 de abril de 1868: Prohíbese bañar caballos y carruajes en los pozos del río, 5 de Julio de 1870: Se reglamenta el modo de extraer agua del río.

14 de junio de 1871 Inspección e higienización de los conventillos, inquilinatos y bodegones, 5 de enero de 1875 Inspección de alimentos venta pública., etc.

Cierre definitivo de los saladeros

La Ley del 6 de septiembre de 1881 fue sancionada por la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, prohibió las faenas de los saladeros y graserías situados en el municipio de la ciudad y sobre el río Barracas y sus inmediaciones.

Ley 2797- Primera Ley de agua - setiembre de 1891

La ley 2797 fue la primera ley de agua data del año 1891: “Prohibición de Vertimiento de Residuos sin Tratamiento previo en Ríos de la Nación.”...

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