Otros cuadernos que darán que hablar

, como los del remisero , ni Arte, como los que usaba . El almirante Isaac Francisco Rojas, uno de los líderes militares que derrocó al gobierno de Juan Domingo Perón en 1955, prefería escribir meticulosamente sus impresiones, con estilizada caligrafía, en cuadernos Laprida.La letra del vicepresidente de los generales Eduardo Lonardi y Pedro Eugenio Aramburu se deslizó puntillosa detrás de cada foto, describiendo hechos y participantes. Ningún dato importante quedó sin consignar. Y lo hizo a lo largo de varias décadas tanto como para que, tras morir el 13 de abril de 1993, sus tres hijos, en el domicilio paterno de Austria 1728, llenaran treinta cajas selladas con esos cuadernos y más documentación, correspondencia con Jorge Luis Borges, Américo Ghioldi y Alfredo Palacios, entre otros; condecoraciones y recortes periodísticos.Cuando todo estuvo listo los entregó en custodia a la Marina, el arma a la que Rojas había servido durante su vida, el 27 de julio de ese año. Semanas más tarde, siguiendo la voluntad del difunto, volaron con sus cenizas para esparcirlas en la zona del Atlántico sur en la que el crucero General Belgrano, que Rojas supo comandar, fue torpedeado y hundido por los ingleses en plena guerra de las Malvinas. Gobernaba el menemismo y el jefe de la Armada era el vicealmirante Enrique Molina Pico.Al confiar los archivos de Rojas a la Armada sus hijos impusieron una sola condición: que dichos materiales -"mis cuadernos de bitácora", llamaba Rojas al diario personal en el que volcaba sus reuniones y opiniones personales- no se abrieran a consulta ni fueran revisados por nadie de no mediar antes una expresa autorización familiar. Ellos contienen, por ejemplo, crucial información sobre las decisiones previstas (e imprevistas) que desembocaron en los trágicos fusilamientos de 1956, tras una frustrada asonada cívico militar que intentaba reponer al depuesto régimen peronista.En los años siguientes nadie reportó a los familiares del almirante Rojas ninguna novedad en torno de la custodia de las cajas entregadas. Pero en 2014 se enterarían de dos graves anomalías: la primera, que por razones operativas, dicha documentación había sido trasladada del edificio Libertad a la llamada "Casa Amarilla", una réplica del edificio donde había vivido el almirante Guillermo Brown, que funciona como una suerte de archivo general de la fuerza en el barrio de La Boca. Algo pasó allí con esas cajas porque sus contenidos perdieron el orden impuesto por...

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