¿Cuánto nos dura el descanso?

¿Una semana? ¿Diez días? Gabriel Mercado trata de estimar cuánto le duró el descanso y el relax obtenidos durante sus vacaciones. Tempranero, se había ido en diciembre y volvió el 2 de enero. Ahora ya casi nada queda de aquella frescura típica entre los que vuelven a la oficina con el color de verano en el rostro: "Es complicado reintegrarse, porque todo lo que uno dejó cuando se fue, todos los problemas y cuestiones laborales, lo esperan a uno a la vuelta -cuenta Gabriel, de 33 años, empleado del Ministerio de Justicia de la Nación-. Uno se desenchufa durante las vacaciones, no responde mails, trata de usar lo menos posible el teléfono celular, pero así todo se acumula y a la vuelta el escritorio está lleno de cosas apiladas".En tiempos de vacaciones fraccionadas, el regreso enfrenta a los ex veraneantes con la necesidad de reinsertarse en la rutina (laboral, familiar, social). Algunos lo hacen entusiasmados con nuevos proyectos por comenzar y otros con no muchas ganas, pero con energías renovadas. Pero en todos los casos, la pregunta persiste: ¿cuánto dura el descanso obtenido y cuándo el estrés de la rutina comienza a hacer nuevamente mella en nuestras ganas? Las respuestas son individuales y dependen en gran medida del contexto que espera a quien retorna, pero también de las estrategias que se ponen en juego para lograr un aterrizaje lo más amable y suave posible."La alegría -a veces euforia- y distensión posvacacional no duran más de dos semanas, a veces menos. ¿Por qué tan poco? Se espera de las vacaciones que permitan recuperarnos del año de trabajo, pero no siempre es así", afirma Roberto Sivak, docente de Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que advierte que el logro de bienestar depende del tipo de vacación lograda, el aprendizaje de hábitos saludables y la gradualidad en retomar el trabajo. "El tiempo entre el retorno de las vacaciones y la vuelta al trabajo suele ser muy breve y habitualmente no se reflexiona para replantearse prioridades de modo más saludable antes de volver a trabajar -dice-. La reacción suele ser cargarse de ansiedad, angustia y tristeza."Es cierto que las responsabilidades no perdonan: están ahí, agazapadas detrás de la puerta de casa o de la oficina, esperando nuestro regreso. Pero, muchas veces, somos nosotros mismos quienes cedemos a nuestra propia vorágine interior que nos impulsa ciegamente a zambullirnos en la rutina y a dejar el descanso y el relax guardados en el armario, doblados junto con la ropa...

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