La cruda confesión de Cristina ante el Papa

Nuestra corresponsal en Italia, , una de las periodistas mejor informadas del Vaticano, contó el martes que durante el largo almuerzo de Francisco y Cristina en Santa Marta "seguramente hubo lugar para una conversación profunda, íntima, quizás hasta una confesión". Me intrigó lo de la confesión y me puse a averiguar. Por suerte, en el Vaticano todavía no sacaron todos los micrófonos ocultos. Hoy estoy en condiciones de confirmar que, efectivamente, la señora aprovechó esa intimidad con el Papa, el respeto y la confianza mutuos, para abrirle su corazón. Un corazón que se mostró contrito y penitente. Francisco se vio, de pronto, ante un espíritu compungido, , en un extraordinario ejercicio de humildad que él no le conocía. Ella tampoco.Técnicamente hablando no fue una confesión sacramental. Podemos hablar, sí, de desahogo, de arrepentimiento. Un torbellino al que no le faltaron sollozos y golpes en el pecho. El Papa, conocedor, claro, de almas en pena, se limitó a escuchar. Y yo, respetuoso del trance que vivió la señora, me limito a transcribir." , Jorge, llevamos dos horas hablando. Bueno, en realidad casi sólo hablé yo. Dos horas y me da la impresión de que he perdido el tiempo tratando de impresionarlo. No le he sido sincera. No sé si es porque estamos en el Vaticano, porque me desarma su humildad o porque el esguince me hizo ver que estaba metiendo mucho la pata, pero siento que tengo que transparentarle mi alma. Ya sabe, me eduqué en un colegio de monjas y de pronto me vino como una necesidad de confesarle miles de cosas. Prepárese: voy a decirle lo que nunca le dije a nadie. Y si bien acá no rige el secreto de confesión, si esto trasciende, de usted se ocupará Moreno, que para eso se lo puse cerca".[ , no se enoje con el Papa; la filtración no es culpa de él, sino de los micrófonos, que los carga el diablo.]"Desde hace un tiempo me persigue la culpa y cada vez me cuesta más convivir con ella. Me siento culpable, por ejemplo, de haber elegido a . Lo elegí porque cuando empezamos a quedarnos sin guita me propuso saquear la caja de la Anses, una gran idea; de hecho, todavía estamos viviendo de ella. Pero podía saquear la caja -finalmente es plata de los jubilados, gente que nunca te hace una manifestación o te corta una calle- sin necesidad de convertir a este tipo en vicepresidente. No me lo perdono. Teniendo a mi lado a Máximo, no sé cómo pensé en Boudou."Otro tema que me persigue es el giro ortodoxo que hemos dado...

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