Crónica de un país tomado por las tomas

La Escuela Normal Superior Mariano Acosta, una de las tantas que fueron ocupadas por los estudiantes en la Ciudad

Circular por una rotonda en Buenos Aires es una experiencia sociológica. Allí donde confluyen vehículos a lo largo de la circunferencia se libran batallas sordas en las que los conductores se juegan a todo o nada. Pasará primero -vencerá- el más osado, aquel que esté dispuesto incluso a correr el riesgo de un daño. Y eso después de un momento dramático en el que ambos contendientes, en un semblanteo, miden fuerzas. Importa el tamaño de la bestia que cada uno monta y la velocidad a la que llegan a ese punto en el que las dos trayectorias, forzosamente, han de convertirse en una sola. Pero el arma más poderosa no reside en las leyes de la física, sino en los imponderables de la psicología. Gana quien mete la trompa antes, y eso exige arrojo y temeridad . Si en el cruce conseguimos que un destello de locura refleje en la mirada estos atributos del carácter, la victoria es nuestra. Salvo que, del otro lado y en espejo, encontremos lo mismo. Suele pasar.

Así vamos, jugándonos la vida en cada rotonda. Y con resultados horribles, porque al final no hay vencedores y pierde el conjunto. Allí donde todos quieren pasar primero, el tránsito deja de fluir y se atasca en un nudo imposible. O se producen colisiones trágicas. La clave para salir de esta trampa nacional pasa no tanto por ceder el paso como por seguir las reglas . Porque hay una regla. Pero no la conocemos o la desestimamos para intentar pasar siempre antes que los demás apelando a la prepotencia, como si en eso nos jugáramos también nuestra endeble autoestima.

La Argentina parece a veces una inmensa rotonda, una calesita donde reina la anomia y el único argumento es la fuerza, que por momentos alcanza extremos de violencia inusitada. Esta semana hemos visto el triunfo de la fuerza sobre la palabra y la ley en distintos hechos , todos recorridos por un común denominador: la toma, el asalto, la violación de aquello que es patrimonio colectivo o cuya propiedad está en teoría amparada por la ley (que también debería ser un bien público a preservar).

Sin autoridad, sin ley, el país se desliza hacia un virtual estado de anarquía.

En Villa Mascardi, el ataque y la quema de una casilla de Gendarmería por parte de un grupo armado que se autodefine mapuche puso el foco en una saga de vandalismo y destrucción que lleva años escalando ante la pasividad, o la complicidad, de las autoridades...

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