Cristina: Del Tango 01 a la clase económica de Aerolíneas Argentinas

El silencio es absoluto. Nadie habla. Cristina Kirchner gira su cabeza hacia la derecha y mira por la pequeña ventana del avión. A su lado, su hijo Máximo aparece con la mirada perdida y con la mano izquierda se sostiene el mentón. El vuelo 1862 de Aerolíneas Argentinas, en el que viaja para participar de su primera actividad como ex presidenta, está demorado.

Son las 15.30. Atrás quedó el recibimiento que le hicieron unos 50 militantes en el ingreso del aeropuerto porteño Jorge Newbery. El avión carretea lentamente en busca de la posición para despegar. Pasa por el hangar de la Fuerza Aérea Argentina, el mismo que hasta ayer traspasaba sin inconvenientes. Allí se encuentran estacionadas las aeronaves que trajeron para la jura del presidente Mauricio Macri a Dilma Rousseff y Juan Manuel Santos, mandatarios de Brasil y Colombia.

En Aeroparque no hay rastros del Tango 01, el avión que utilizó hasta hace 48 horas, y que ahora espera a su nuevo ocupante. Pasaron seis minutos. Aún no hay permiso para partir hacia el Sur, donde se encuentra su lugar en el mundo. Antes no era así. Despegaba sin esperar. Es parte de la nueva realidad. Ella se ubica en la primera fila de asientos de la clase económica, más precisamente en el 3E. El mensaje que buscó dar está claro: mostrarse como una más. Como una vecina de Río Gallegos que tuvo responsabilidades extraordinarias. Es parte de la puesta en escena.

Su hilera tiene un asiento más, pero no lo ocupa nadie, aunque hay un tercer pasajero: Lolita, la perra de Cristina, un caniche toy. Aún en tierra, pero no hay mal humor. "Está mucho más tranquila", cuenta en confianza una de las pocas personas que la acompañan en el avión. Finalmente, a las 15.42, 22 minutos tarde, el Boeing 737-700 acelera y toma altura.

Sólo por momentos la gente le grita, la saluda, la respalda. "¡Vamos, Cris!", se escucha desde el fondo de la aeronave. Pero no duran más que unos pocos segundos y después todos vuelven a sus asuntos. Cristina no quiere hablar con los periodistas que la acompañaron en su vuelta a Río Gallegos, lugar al que viajó para presenciar la jura de su cuñada Alicia Kirchner como nueva gobernadora de Santa Cruz.

Sólo permite un pequeño ida y vuelta, pero sin profundidad. "Ya hablé mucho ayer [por anteayer]... todo el día", se excusa la ex presidenta, que pasó la primera noche fuera de la quinta presidencial en la casa de su hija Florencia.

-¿Pudo ver la jura de Macri?

-No... No, no.

-¿Estuvo muy ocupada?

-Y...

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