Cristina, presa de un cazador solitario

El viejo cazador apretó el gatillo. Una frase corre desde hace mucho tiempo por los tribunales federales: "Nunca olviden que Bonadio es un cazador. Sólo dispara cuando tiene la presa en la mira". El juez escribió casi 500 páginas para ajustar la mira. Los procesamientos y las prisiones que decidió fueron los actos más importantes que ocurrieron por la denuncia de Alberto Nisman desde el asesinato del fiscal.

Fue la primera causa por la que, además, Cristina Kirchner tiene una orden de prisión preventiva, que no cumplirá efectivamente hasta que el Senado la despoje de los fueros. Al revés de lo que supone una epidemia de paranoia, real o simulada, el Gobierno también fue una víctima indirecta de la decisión de Bonadio: sacó abruptamente al Congreso del análisis de las leyes que la administración quería aprobar en las próximas dos semanas. Aunque la orden de Bonadio debilita aún más a la ya debilitada Cristina, lo cierto es que el peronismo debe cumplir con algunos rituales de preocupación por la ex presidenta, que lo apartarán por ahora del trabajo parlamentario. Bonadio es un cazador solitario, como el corazón de Carson McCullers.

Muchos que clamaban justicia por Nisman y por su denuncia se escandalizaron por las prisiones preventivas dictadas por Bonadio. Hay una lectura muy superficial del poder de un juez para ordenar esa clase de arrestos. “No descalifiquemos las prisiones preventivas”, dijo hace tiempo (no por este caso) el fiscal general Germán Moldes. Lo que Moldes propone es una lectura correcta del artículo 319 del Código Procesal Penal, que señala que el juez podrá tener en cuenta las características del hecho, la magnitud de la pena que puede imponerse, la reincidencia y las condiciones personales del imputado para estimar la posibilidad de fuga o de obstrucción de la Justicia, que justifican la prisión preventiva. Ese artículo deja un margen muy amplio a los jueces para decidir sobre prisiones preventivas anteriores a una condena. No necesitan que se haya probado un intento de fuga o de obstrucción de la Justicia, como interpretan ahora buenos y malos. Estos reclaman una condena firme o definitiva para que un imputado vaya a la cárcel. La “doctrina Irurzun” (por el juez Martín Irurzun, que es quien la redactó) no hizo más que interpretar ese artículo a la luz de los acontecimientos actuales, cuando muchos poderosos ex funcionarios están siendo investigados y podrían obstaculizar a la Justicia.

Luís D’Elía y Fernando Esteche...

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