Cristina y Moyano, una ayuda impensada para el Gobierno

En los últimos 15 días entraron en escena dos dirigentes que modulan, con distinto énfasis, la misma impugnación contra Mauricio Macri. Cristina Kirchner y Hugo Moyano hablan en nombre de la población más vulnerable. El momento es oportuno. La economía está impactada por dos medidas transitorias, pero antipáticas: la devaluación y el aumento de tarifas. Sobre ese telón de fondo, la ex presidenta y Moyano intentan adueñarse de la bandera de la justicia social.

Pero la intervención de estos dos dirigentes entraña una llamativa paradoja. Moyano y la señora de Kirchner bloquean, por su estilo y su ubicación en el tablero, la formación de un frente organizado. Macri estaba expuesto a una amenaza delicada: al cabo de los próximos cuatro meses, tendría frente a sí a un PJ desintoxicado, y a un movimiento obrero unido. Es decir, la distribución de poder efectivo, duro, comenzaría a jugarle en contra. La ex presidenta y el camionero se encargaron de desbaratar ese proceso. El peronismo seguirá desarticulado. Y el incipiente camino hacia la unidad sindical quedó detenido.

El balance para Macri puede ser alentador. Quienes expresan en voz más alta el malestar frente al ajuste están inhabilitados para proveer a ese malestar una organización operativa

El egocéntrico Moyano consiguió lo que anhelaba: ser la referencia principal de una manifestación masiva. Pero pagó un costo institucional extraordinario. Atrapado en la intransigencia de las dos CTA, la de Pablo Micheli y la de Hugo Yasky, comenzó a ser abandonado por el resto del sindicalismo. El pionero de ese éxodo fue Luis Barrionuevo, en cuyo sindicato Macri homenajeó ayer a los trabajadores. Lo siguieron Gerónimo Venegas (rurales), Armando Cavalieri (Comercio) y Carlos Acuña (estaciones de servicio). Sólo dos gremialistas tradicionales escoltaron al camionero en el palco: el metalúrgico Antonio Caló, de la CGT oficial, y el "Centauro" Andrés Rodríguez, de UPCN, que debe simular cierta agresividad para que ATE no robe su clientela.

La dispersión había comenzado antes. El vicejefe de Gabinete, Mario Quintana, y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, visitaron a Cavalieri, Carlos West Ocampo, Héctor Daer, Víctor Santa María, Lingeri y Caló en lo del "Centauro". Quintana y Triaca tuvieron un gesto inesperado para su nivel de educación: enrostraron a sus interlocutores lo concedido en los cinco últimos meses. El que peor la pasó fue Caló, cuando Triaca le preguntó: "Te quejás por el desempleo, pero...

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